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Harry se levantó de la cama seguido de Niall, dejando la vasija llena de agua ensangrentada de lado. El señor Green, quien se había encargado de curar y limpiar las heridas de Jonah, aún se encontraba de pie en el umbral de la puerta, con ambas cejas pelirrojas arqueadas y su mirada azul clavada en Harry.

—¿Por qué la sonrisa Hubert? —gruñó Harry al pasar a un lado del pelirrojo.

—Es solo, que tu padre estaría feliz de saber que por fin estás interesado en alguien —respondió el hombre en un susurro. Niall estaba tan sumido en sus pensamientos que no logró escuchar la conversación que ambos se encontraban teniendo a hurtadillas—. Pero no creo que le agrade el hecho de que sea un beta, ya sabes, porque los betas masculinos no pueden concebir.

—Uno —enumeró Harry—, Mi padre no está aquí. Y dos, la única persona en la que estoy interesado es la misma persona que he estado buscando por once años.

Hubert arqueó ambas cejas con una mirada incrédula, antes de hacerse a un lado para dejar salir a Harry de la habitación.

—Como tú digas.

—¿Por qué no mejor revisas que Niall no esté herido y me dejas encargarme de mi manada?

—A sus órdenes alfa —dijo el señor Green, aunque Harry captó con rapidez el sarcasmo en su voz.

Harry salió de su habitación, dirigiéndose al cuarto en dónde Jonah yacía, rodeado del resto de la manada. Hubert y Niall se quedaron solos, sumidos en un silencio incómodo. Hubert se acercó a la cama mientras Niall balanceaba su pie en su lugar, sin querer hacer contacto visual.

—Hubert Green —dijo el hombre, extendiendo su mano vehemente.

Niall la tomó vacilante y la sacudió poco desconfiado del extraño que se le presentaba.

—No tienes por qué desconfiar de mí, soy un viejo amigo de la familia —aclaró, tomando asiento en la cama de Harry.

Hubert palpó el lugar en un colchón junto a él, indicándole a Niall que se sentara a su lado. Niall obedeció, aún callado.

—Solo voy a revisar que no tengas ninguna herida o traumatismo y que tus signos vitales estén bien.

Niall asintió débilmente con la cabeza, dejando que el señor Green hiciera su trabajo. El pelirrojo tomó un pequeño maletín de cuero negro, y de éste sacó una pequeña lámpara metálica.

—Voy a revisar tus ojos.

Las frías yemas de las dedos de Hubert tocaron la sensible piel de los párpados de Niall, abriendo sus ojos tanto como fuera posible y dejándole libre acceso a los azulados irises del muchacho. Encendió la lámpara con un click y la colocó justo frente a sus pupilas, las cuales no tardaron ni un segundo en encogerse.

—Mira hacia arriba —ordenó Hubert. Niall obececió— ahora abajo— Niall así lo hizo—. Izquierda.

Entonces, al mirar a la izquierda, los ojos de Niall cayeron en la vasija de agua ensangrentada que Harry había dejado en la mesa de noche minutos atrás. Su estómago rugió por un poco de alimento. Sus pupilas se expandieron y sus ojos se tornaron negros de nuevo.

—¿Estás bien? —Hubert preguntó, sacando a Niall de su trance.

—Sí, es solo que, tengo un poco de hambre.

Hubert frunció sus rojizas cejas antes de bufar.

—¿Tus ojos se vuelven de ese negro tan brillante cuándo tienes hambre? —preguntó, guardando la pequeña linterna en su maletín.

savage; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora