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FINAL

—Tienes que comer algo Harry —susurró Gemma con dulzura.

Sus ojos, que en algún momento fueron verdes, miraban sin vida por la ventana hacia el grisáceo bosque, sentado en el alfeizar abrazando sus rodillas. Ni siquiera parpadeó cuando se hermana se acercó cautelosamente hacia él y se detuvo a su lado, mirando hacia afuera como él lo hacía.

—Han pasado dos meses, ¿no piensas salir de tu habitación? La manada te necesita.

—No es cierto —Harry la interrumpió sin titubeos. Sus ojos seguían fijos en las gotas de lluvia que resbalaban por la ventana—. Nuestro padre te hizo la nueva alfa ¿no es así? Ellos te necesitan a ti.

—Pero no es lo mismo sin ti, Harry.

—Jonah no soporta mi presencia, Liam y Louis ni siquiera han regresado de su cacería por Jeremiah y Joel. Dime ¿a quien le haría un bien si salgo de mi habitación?

—A ti. Te haría un bien a ti. —Gemma se paró frente a él.— Debes dejar de pasar todo el día lamentándote, eso no traerá a Niall de regreso.

—¿Y qué lo hará?

—Harry, por favor... —suplicó Gemma.

Harry desvió la mirada de nuevo hacia la ventana, dejando a su hermana rendida, con la palabra en la boca. La chica se removió incómodamente por la habitación, esperando a que su hermano regresara su atención a ella.

Por el rabillo del ojo percibió un objeto descolocado. En la superficie de la cama, descansando sobre las acolchadas sábanas, estaba en gran y viejo disco de vinilo de The Smiths. Gemma se acercó, tomándolo entre sus manos e inspeccionándolo.

—¿De dónde sacaste esto? Ni siquiera tienes un tocadiscos.

Harry le dio una rápida mirada, antes de regresar a su antigua posición, con la barbilla apoyada en la palma de su mano.

—Lo encontré en la habitación de Jem. Bueno, Niall, antes de que supiera que eran la misma persona.

—¿Y por qué lo trajiste contigo? —preguntó Gemma, dándole la vuelta a la carátula. Harry se encogió de hombros.

—Pensé que a Niall le gustaría.

Gemma prefirió no escarbar más en el tema. Mientras más se inmiscuía, más terreno sensible pisaba, y cada vez que mencionaba el nombre de Niall, la coraza en la que Harry se había envuelto a sí mismo para alejarse de los demás, se hacía más gruesa.

Sus ojos merodearon por la habitación, sin saber que más decir. Desde que Niall se había ido, eran contadas las ocasiones en las que Gemma había hablado con su hermano.

Vislumbró en la mesita de noche una pequeña agenda de cuero que ya conocía muy bien. La bitácora de Harry, en donde solía escribir los días y horas que pasaban, y aunque no entendía que tenía de entretenido eso, Gemma siempre lo dejó ser.

Se preguntó si aún seguía utilizando esa vieja libreta.

—¿Todavía continúas escribiendo aquí? —preguntó, ojeando la bitácora, solo para encontrarse con viejos escritos de Harry.

La mayoría tenía que ver con Jem.

—No mucho, cesé desde que regresamos de Irlanda.

A medida que iba pasando las hojas, notó un ligero cambió que hizo que las mejillas de Gemma se tornaran rojas, pero decidió finalmente no mencionarle nada a Harry. No quería ponerlo de mal humor.

Iba a decir algo más, intentando levantar el estado de ánimo de su hermano, cuando tres estridentes golpes, amortiguados por el sonido de la lluvia, resonaron por las paredes de la casa.

savage; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora