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—¿Cómo está todo por allá? —habló Harry a través del teléfono.

—Bien, llegamos hace dos días a Dublín, nunca había estado en el castillo de Malahine antes —respondió Gemma, sujetando el teléfono entre su hombro y mejilla, mientras que se colocaba unos calcetines sobre sus fríos pies—. Y no le digas a Liam, pero extraño hacer estos viajes contigo.

Harry suspiró con pesadez. Gemma escucho lo cansado en su voz y sintió compasión por su hermano.

—Lo se, yo igual hubiera deseado estar ahí —confesó—, pero tengo responsabilidades.

—Cierto —dijo Gemma derrotada, se acostó en la dura cama y se cubrió de pies a cabeza. Irlanda estaba helada en esa época del año— ¿y cómo está Jonah?

—Mejor, ayer estuvo jugando fútbol con Niall en el patio trasero, su herida está completamente cerrada.

—Me alegro —suspiró Gemma con alivio—, esos dos se han vuelto inseparables.

—Podría decirse que a Jonah le agrada Niall solo un poco.

—¿Solo a Jonah? ¿Y qué hay de ti? —cuestionó la chica, moviendo las cejas de arriba a abajo sugestivamente, a pesar de que Harry no podía verla.

—¿Yo?

—¿Acaso no te agrada un poco... demasiado?

Gemma pudo escuchar a Harry ahogarse con algo del otro lado de la línea, una sonrisa furtiva se escapó de sus labios al lograr la reacción que quería en su hermano.

—Gem, ya déjalo ¿si?, ni siquiera me ha dirigido la palabra en estas ultimas dos semanas. Además, sabes que yo estoy...

—Si si, estás en limerencia por niño fantasma, lo sé.

—Por cierto —Harry cambio de tema rápidamente— ¿hiciste lo que te pedí?

Fue entonces cuando el corazón de la mayor de los Styles comenzó a palpitar con fuerza contra su pecho, tal vez demasiado fuerte, pues en cuestión de segundos, Liam se apareció por la vieja puerta de madera de su habitación medieval, preguntándole si se encontraba bien.

Gemma asintió vehemente, colocando su dedo índice sobre sus labios, indicándole a Liam semióticamente que guardara silencio. El castaño se sentó un una de las sillas del rincón y aguardó a que su hermana terminara la llamada.

—¿Gem, sigues ahí?

Gemma se aclaró la garganta.

—Si, aquí estoy.

—¿Entonces? —preguntó expectante.

—Ayer corrí hasta Wexford por la tarde y encontré su casa en la orilla de la carretera, casi adentrándose en el bosque.

—¿Y?

—Bueno, era una casa grande y ostentosa, pero estaba descuidada y sucia, no había ni un solo mueble adentro y las ventanas estaban llenas de polvo. Las hojas de los árboles se habían colado dentro de la casa y las puertas estaban abiertas.

—¿Quiere decir que no encontraste a nadie?

Gemma, detrás de aquel tono bruto y demandante, pudo escuchar un deje de decepción en el fondo de la garganta de Harry.

—Lo siento.

Hubo un silencio sepulcral del otro lado de la línea.

—Harry, ¿sigues ahí? —cuestionó ella, no escuchando nada más que la pesada respiración del otro lado de la línea.

—Sí, lo siento, ¿estás completamente segura de que seguiste la dirección correctamente?

—Cien por ciento segura —aseveró Gemma— la casa estaba completamente vacía y parecía que nadie la hubiera habitado desde hace años.

savage; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora