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El sueño de Harry se desvaneció ante la sensación de unos suaves y carnosos labios húmedos moviéndose contra su cuello, mordiendo y succionando con gentileza. La piel de Harry se erizó, mientras graves gemidos, parecidos a zumbidos, salían desde el fondo de su garganta.

Sobre su regazó sentía el ligero peso de un cuerpo, cuyas delgadas piernas flanqueaban sus caderas. El cabello de Niall hizo cosquillas sobre sus pómulos, mientras que los labios del beta continuaban jugando en su cuello. Podría acostumbrarse a despertar así todas las mañanas.

Al sentir algo levantarse entre su ropa interior Harry pestañeó un par de veces, dejando que la luz de la mañana se colara a través de sus pestañas. Su visión aún no se acostumbrada a la luminosidad en su habitación, pero estaba seguro de haber visto a una delgada figura contonearse en la esquina de la habitación, dirigiéndose hacia él.

Su corazón comenzó a latir desenfrenado al ver la extraña sombra moverse por su habitación. Se incorporó sobre la cama, apoyando su espalda en el cabezal de la cama, obligando a Niall a levantarse con él.

Comenzó a restregar sus ojos con vehemencia, intentando despejar su borrosa visión, cuando repentinamente sintió dos manos pequeñas posicionarse sobre sus hombros.

—Shhh —siseó en su oreja quien creyó era Niall, pero al escuchar la mucho más aguda voz con acento galés, a Harry se le pusieron los pelos de punta— relájate cielo.

Harry abrió los ojos espabilado y con la somnolencia completamente ahuyentada. Sobre él observó a un bonito omega de ojos pardos y cabello negro y opaco como el carbón.

—¡¿Quién mierda eres tú?! —exclamó Harry en dirección al omega— ¿qué hacen aquí?

—Soy William, él es Simon, tu padre nos llamó.

—¿Dónde está Niall? —preguntó, más para sí mismo, buscando en toda la habitación.

—¿Quién?

—Niall, el beta que dormía conmigo.

—Cuando llegamos no había nadie contigo cariño —dijo el omega en el fondo de la habitación.

Para intentar controlar su angustia Harry respiró profundamente, lo que resultó en una mala idea, pues sus más sensibles sentidos se embriagaron del aroma cítrico y dulzón que desprendía de los omegas, haciendo reaccionar a su entrepierna.

El omega sobre él sonrió socarrón, mirando atento el regazo del alfa.

—Ahora que ya estás equipado, ¿podemos comenzar?

Pero Harry ni siquiera terminó de escucharlo, pues se puso de pie bruscamente, arrojando al omega de cabello negro al otro lado de la cama, casi haciéndolo caer.

Se dirigió hasta la puerta solo para darse cuenta de que sobre él cargaba un simple par de boxers; los descarados se habían tomado la libertad de desnudarlo mientras dormía. Harry retrocedió, buscando con desesperación su ropa, que encontró acumulada en la esquina de la habitación.

Quiso caminar hasta ella, pero el crujido de la puerta siendo abierta lo detuvo de inmediato. Temeroso se dio la vuelta sobre sus talones, observando al beta de pie en el marco de la puerta, sosteniendo una toalla contra su cabello húmedo, vistiendo unos pantalones deportivos holgados y una camiseta negra de Kiss.

—Puedo explicarlo —dijo Harry, esperando que su voz no saliera temblorosa.

Los ojos cerúleos de Niall se pasearon desde el cuerpo del omega en su cama, hasta el omega sentado al  fondo de la habitación, luego al montón de ropa acumulado en el fondo de la habitación, para finalizar clavados en la entrepierna de Harry.

savage; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora