12. what 1/2.

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     Cuando la luz de la ventana comenzó a molestarle y tuvo que pararse de la cama para acomodar las cortinas, cayó en cuenta de que ya era lunes. Supo también que era tarde al ver los números rojos del reloj por su vista periférica, y a ese paso, no le daría tiempo de hacer el desayuno. Corrió a la ducha y al salir vistió rápido el uniforme, queriendo ganar tiempo para poder prepararse algo, pero cuando salió con el bolso en una mano y el teléfono en la otra, el olor a huevos fritos, queso y pan inundó sus fosas nasales. Cerró los ojos para disfrutar más del olor cuando se acercó a la mesa y la vió bien preparada, adornada con platos de pan, dos frascos de mantequilla y jalea, queso, y una jarra de jugo de naranja. Galletas y más variedades.

    —Buen día, señorita, el desayuno está listo.— anunció la señora que había contratado Young, Kim Junseok. Por un momento había olvidado su presencia en la casa, pro ahora tenía presente quo no debía preocuparse por hacer su propio desayuno y llegar tarde.

  El intercambio de palabras a partir de regresarle los buenos días, fue nulo. Comió en paz, ahora sobrada en el tiempo. Subió las escaleras, lavó sus dientes y se llevó consigo la chaqueta del rubio Lau.

  Debía regresársela porque pertenecía a su universidad, pero le hacía ilusión pensar que ella algún día iría allí también y volverían a estar juntos. Eso, por no mencionar el toque de su varonil colonia que le hacía querer no devolverla nunca.

   Sentada en la cama observó la amplitud de su alcoba, la mirada perdida. Se enfocó en uno de sus cuadros, en la pared contraria a sí, era un paisaje simple, con una casa al fondo que era imposible de distinguir para ella.

  Entonces, tuvo el suspiro atorado en la garganta hasta que decidió acercarse a uno de sus cajones. Odiosos cajones donde resguardaba el estuche de sus lentes medicados. Se sintió extraña con ellos puestos, pero ahora podía ver la pintura, y mucho más.

  Extrañaba, y estaba dispuesta a encontrar unos nuevos lentes de contacto.

Incómoda miró la hora en su teléfono. Bajó, con las gafas puestas y la chaqueta de su amigo en la mano.

  —El señor Lee la espera afuera.

  —Gracias por el desayuno, señora Junnie. — le apodó.

   Ella pareció sonreír antes de regresarle la reverencia.

  —Tenga un gran día. — deseó antes de alejarse, salió y se subió al coche, extrañada de ser quien ocupaba el asiento trasero. —Buen día, señor Lee, ¿cómo está hoy? —preguntó, algo en ella se sentía mejor. La miró algo extrañado por el retrovisor, sin embargo, amable.

  —Buen día señorita, estoy muy bien, espero que usted igual. — Hana asintió antes de regresar sus ojos a la ventana, detallando el vecindario cuando comenzaron a andar. Casi cae dormida recostada al vidrio cuando escuchó su voz. —Espero que le vaya bien hoy, pasaré por usted más tarde. — anunció. Con pesadez miró por la ventana, y se notó estacionados frente a la entrada de la institución, notó la manera en cómo las personas se daban el tiempo de admirar la moderna carrocería. Sujetó la mochila con fuerza y la reverencia que hizo casi se le deslizan los lentes. Mientras reía de su tontería, el señor Lee ya estaba afuera, con su puerta abierta.

  —No era necesario. — musitó apenada, y algo incómoda cuando varias personas intentaban ver quién estaba a punto de salir. — Muchas gracias, hasta más tarde. —el asintió sonriéndole regresando al auto.

  Con la mirada apenas al frente se hizo camino, obviando cualquier murmullo curioso que le siguiera. Más allá de la puerta principal, por el pasillo central, continuaron viéndola. No comprendió y no quiso hacer hincapié, así que, aprovechando el tiempo, llegó al patio donde halló a dos del equipo sentadas en el pasto, riendo y cuchicheando hasta que sus miradas se encontraron.

REJECT ME ー OH SEHUN. [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora