17. the eye of the tiger.

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     La linda calle residencial de Hoenamu-ro jamás se había visto tan distinta ante sus ojos. Alejados de la época de llovizna y ahora con una preciosa primavera sobre sus cabezas, podía disfrutar del fresco viento y las flores recientemente florecidas, llenas de alegría. Hacía tiempo que no tomaba ese camino para llegar a casa, pues se hacía mucho más largo a pie, pero era toda una pena. Y en automóvil también prefería tomar la avenida principal donde habían más comercios, además de edificios empresariales de alto prestigio. No gozaba de las lindas y coloridas flores o de los niños jugando en el jardín frontal de sus casas; mucho menos de un apacible sol, que buscaba ya a esa hora, una montaña para esconderse y dar paso a la luna. Muy pronto comenzaría a oscurecer.

    Por otra parte, el chico de casi dos metros de altura que cargaba ambas mochilas se disculpó por hacerla caminar apenas empezaron a andar, mencionando el hecho de que le habían prohibido el uso a su automóvil.

    —¿Por qué? —preguntó.  Pensó en alguna posible razón, como que lo había estrellado, que se lo prestaba a sus amigos e incluso, que había conducido algo ebrio. Cualquier opción digna de un adolescente, sin embargo, olvidaba que Chanyeol no pertenecía al promedio.

     —Fue después el accidente. — fue todo lo que explicó, distraído. Tampoco iba a pedirle que le explicase mucho más. Entendía a la perfección.

      —Oh. —logró responderle con aire ausente. Dado por terminado ése tema en específico. Segundos pasaron, no quería volver el momento incómodo con el recuerdo de aquél suceso, así que necesitaba de algo que los distrajera a ambos de la tortuosa memoria. Escuchó, como de una casa por la que pasamos, se oía una música suave, y entonces recordó los audífonos que portaba en su mochila.
   — Hey, Channie. Espera un segundo. — pidió. Él no tardó en hacerle caso y quedarse quieto, sin necesidad de gran cosa, abrió uno de los bolsillos exteriores de la mochila y encontró los audífonos airpods. Encendió su móvil y le tendió uno a su amigo tras haberlos conectado.
 

   Park Chanyeol le brindó una tímida sonrisa y se colocó uno. Lo vió reírse con suavidad cuando Creep de Radiohead comenzó a sonar mientras continuaban su caminata. Cuando apenas iban por mitad de la canción, de reojo lo vio mover sus labios. Disimuladamente se concentró más en él, y entonces escuchó su melódica voz cantar a la par de la canción. Faltaban más que un par de pasos para llegar frente a su casa, la melodía estaba a punto de acabar pero se encontraba más sumida en la voz del chico que en la del verdadero cantante, y cuando llegó justo en el jardín frontal de su hogar, él acabó:

     —I don't belong here.

  Mordió su labio inferior y no se contuvo de aplaudir sonriente. Yeollie la miró algo sorprendido y por su sonrojo, seguro que también avergonzado.

     —Esos talentos tuyos, Yeol. No dejan de encantar. — un halago no hacía nada mal, menos cuando no era más que la verdad. Él sonrió completamente, le entregó la mochila y le echó una rápida mirada a su reloj.

     —Debo irme, Hana. — habló con ése mismo tono que alguien usa cuando debe hacer algo, pero no quiere, sin embargo, está obligado de todas formas. Asintió de la misma manera. —Muchas gracias, por cierto. — era la segunda vez que le agradecía en el día.

     —Deja de agradecer cuando no he hecho nada. —sonrió cálida. Se puso la mochila al hombro pero no se movió en ése mismo instante. Esperó unos segundos, se acercó unos pasos a él, y se puso de puntillas para besarle la mejilla. —Nos vemos mañana, Chanyeol. — habló casi sobre su mejilla, extrañamente de muy buen humor.

   —Nos vemos mañana, Harin. — contestó él sonando casi como una promesa. No se dió la vuelta para verlo cuando se dirigió a la puerta y la abrió, pensó en que sería muy meloso y eso estaba muy lejos de ser su propósito. El automóvil de Young no estaba allí, y en la casa no se escuchaba ni el alma de la señora Kim.
    Park Young Noora era la mujer que supuestamente, le había criado. La presencia de una madre fue imposible de obviar para una niña pequeña. Veía como todos tenían una mamá que cuidaba de ellos y para una niña con nada más que un padre, no entendía dónde estaba la suya.
Yoora fue la mujer que llegó a casa desde que Harin era muy pequeña, tras la muerte de su padre, ella se “hizo cargo”. Como abogada famosa que era, se la vivía ocupada. Jamás se relacionaron. Siempre eran mujeres de limpieza o nanas las que cuidaban de Hana hasta que cumplió una edad aceptable y no las necesitó más. Cuando Noora la inscribió en el Instituto y en los papeles necesitaron el nombre de sus padres, ella sólo colocó el suyo en su lugar. Y todos los maestros, docentes, coordinadores y el director la conocen con su apellido. Casi sentía como si el Min estuviera desapareciendo por cada vez que se le dirigían por el apellido de una mujer que no tenía casi nada que ver con ella. Casi sentía que el recuerdo de su padre se deslizaba entre sus dedos como arena.

    Se adentró más al hogar, revisó y llamó, pero nadie contestó. Subió las escaleras y con prisa se dió un baño, se cambié y tan rápido como entró, ya estaba de salida otra vez, en camino a Lau's para seguir su rutina de trabajo.

    En todo el día no vió a Henry.

    Al día siguiente, cuando desayunaba sola con cereal y admiró la fecha en su teléfono, notó que era miércoles faltando nada más, y nada menos que dos días para el cumpleaños de Sehun. No dejó que el pensamiento de la fiesta o si acaso un regalo le preocupara demasiado.  Tomó sus cosas y con prisa salió hacia el instituto.

   El día se desarrolló más rápido de lo que creyó. No vió a Kyungsoo, el recuerdo le dolía, le quería consigo. Chanyeol, gracias al cielo, intervino y le salvó durante los recesos, llevándola a la sala de música para platicar un rato, pero para cuando el último timbre que daba final al día sonó, estaba sola en dirección a su casillero. Una vez más, cuando lo abrió, no encontró más que papeles en desorden y un par de cartas que cayeron al suelo, mientras las recogía, recordóuna en específico. No llevaba escrito nada más que un dibujo de un tigre, sin nombre de quién lo había hecho, o alguna inicial. Sonrió y la guardó en el bolso.
    Cuando salió por la puerta principal, no esperaba ver una linda camioneta estacionada justo en frente, llamando la atención de todos. No por lujosida, sino por quien yacía recostado en ella, observando distraído su celular; Henry Lau, que cuando la vió, sonrió mostrando todas sus perlas.

    —Hana. —musitó coqueto.

    —Dame una razón para no golpearte. —respondió ella. A unos metros, ví al que era su mejor amigo besarse con su actual novia. La imagen fue suficiente para asquearla. Devolvió su mirada al rubio amigo en ése momento.

    —Sube al coche.

REJECT ME ー OH SEHUN. [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora