Capítulo 2.

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De nuevo por aquí, con el segundo capítulo de esta segunda parte. 

De nuevo un capítulo desde la visión de Nick. ¿Cómo habrá pasado nuestro protagonista el despertar sin Ruth a su lado? ¿Y tras descubrir la huída de ella? En este nuevo capítulo podréis saber todo lo que ha sentido.

Os dejo con él.

Becky Towers

La claridad había inundado todo el apartamento, ese era uno de los inconvenientes de vivir en un lugar así en el que no existían paredes que contuvieran la luz.

Abrí los ojos lentamente para que se acostumbraran a la luminosidad de la habitación.

Deseaba que lo ocurrido la noche anterior hubiera sido una mala pesadilla. Y que al despertar, aun estuviera junto a mí.

Giré sobre mi cuerpo hacia el lado contrario de la cama. Solo, nadie me acompañaba. Ella no estaba. No había sido una pesadilla.

Tomé las gafas de encima de la mesita de noche y me las puse, esto era lo malo de ser miope, lo veía todo borroso nada más abrir los ojos por la mañana.

Me levanté sin ninguna gana de vivir. Al incorporarme, me senté en el borde de la cama, desde donde pude analizar mi reflejo en el espejo del armario. Aun llevaba puesta la camisa que ella había usado, creo que no la lavaré en la vida, así tendría su olor para siempre.

¡Dios! Tenía los ojos rojos e hinchados. Palpé las grandes ojeras que reflejaban la noche de mierda que había pasado. Froté mis párpados por debajo de las gafas, dolían a rabiar, ya no recordaba esta sensación de escozor tras llevar tanto tiempo llorando desconsoladamente. Hacía mucho que no derramaba tantas lágrimas ni por nada ni por nadie.  

Tras asearme un poco, bajé las escaleras para dirigirme a la cocina. Necesitaba un café para despertarme un poco. Sentía el cuerpo como si me hubieran pegado una paliza, en cierto modo era así, no una paliza física pero si sentimental. Aunque el culpable sólo era yo, me había pegado a mí mismo.

Mientras esperaba a que el café se terminara de hacer, cogí mi móvil de encima del mueble de la entrada. Seguía teniendo la esperanza de que Ruth me hubiera escrito, que al menos me confirmara cómo se encontraba, aunque la respuesta a esa pregunta podía dármela yo mismo. Mal. La había dañado, algo que le prometí no hacer. Había incumplido mi promesa de que conmigo estaba a salvo.

Nada, ninguna señal. Había roto todo contacto conmigo. Me había sacado de un tirón de su vida. Aun así, necesitaba verla, tenía que buscarla.

-       Carolina, dame una copia de la llave de la habitación 416-le pedí a la recepcionista del hotel. Empecé a balancearme sobre mis pies.

Tenía que hablar con Ruth y esperaba que siguiera en la habitación, que no se hubiera marchado. Tenía que haber seguido mi instinto y no haberme ido a casa cuando Bob se empeñó, ya que no me veía buen aspecto. ¡Cómo iba a tenerlo! Había dañado a la mujer de la que me empezaba a enamorar.

Carolina me miró de arriba abajo, extrañándose por mi vestimenta. Sí, había ido a mi lugar de trabajo siendo ya director general, con unos vaqueros  una simple camiseta de mangas cortas, sin afeitar y sin el pelo engominado. Pero es que mi cuerpo no tenía ganas ni de arreglarse.

 -       Señor White, la habitación 416 está ocupada-¿ocupada? Por un momento sonreí, era buena señal, ella seguía en el hotel, no había devuelto la llave. No se había marchado.

-       Por eso te estoy pidiendo la copia-volví a insistir esta vez algo más nervioso. Noté como la chica dudaba, ¡joder!-Carolina, dame la llave, ahora-exigí.

Saga White. Perdóname.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora