Capítulo 4.

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Llegó el momento que estábais pidiendome tanto jajajaja. Espero que no os defraude.

Becky Towers

-   Tina, siento que os hayamos dejado tirados este medio día-la maquilladora del reportaje que había hecho Charlie por la mañana había venido hasta la casa para maquillarme.

Charlie había decidido que esa noche íbamos a salir, íbamos a beber y a divertirnos. Por ello, avisó a Tina para que me maquillara de manera rompedora, que destacara sobre todas. Que dejara la sencillez y me comiera la noche.

-    No te preocupes, Charlie me ha contado un poco qué ha pasado-cogió una de las brochas y me aplicó los coloretes-Un chico ¿no?-asentí sin mover mucho la cabeza, no sabía si el movimiento podía afectar a su trabajo-No merece la pena derramar lágrimas por los tíos-se separó de mí para observarme el rostro-Esta noche, lo que tienes que hacer es divertirte y no pensar.

-       Eso es lo que quiero, no pensar-Tina cogió de su maletín una barra de labios en color rojo, aplicándola sobre mis labios.

-    ¡Lista!-devolvió la barra a su lugar en el maletín y lo cerró-Toma, te he traído estos zapatos y esta camiseta, te irán bien con los vaqueros de este medio día. Te esperamos fuera.

Tina se marchó. Cogí la ropa que me había dejado sobre la cama, comenzando a vestirme. Me miré en el espejo que había en una de las puertas del armario de la habitación. ¡Madre mía! Si parecía otra. El ahumado negro de mis ojos, hacía mi mirada más oscura. Tenía los pómulos marcados y los labios perfilados.

Me encontraba arrebatadora y sexy. El verme con este aspecto, me subía la autoestima. Esto era lo que Nick se iba a perder.

Por último, busqué en mi maleta la pulsera. Aquella que utilizaba para ocultar la cicatriz, a pesar de querer mostrar a los demás mi fuerza, tras el último golpe había regresado a avergonzarme de ella. La misma persona que me había ayudado a comenzar a salir, había provocado la nueva caída.

Acudimos a una de las discotecas más famosas de Madrid. Al grupo se habían unido dos chicas más, según me informó Charlie eran también modelos. Estaba rodeada de gente guapísima, pero esta noche yo también lo era.

Adrián, uno de los modelos que conocí por la mañana, era amigo del portero por lo que no tuvimos problemas para entrar, ni siquiera esperamos la cola que había para entrar. ¡Me sentía importante!

Por suerte, la pista no se encontraba demasiado abarrotada. Hoy, esta noche, quería romper con todo. Pretendía emborracharme, ahogar mis penas en alcohol. Desinhibirme por completo, bailar hasta que mi cuerpo no aguantara más.

Antes de conocer a Rubén, me encantaba salir con mis amigas a bailar. En todas nuestras salidas nocturnas terminaba con todos los músculos de mi cuerpo entumecidos del dolor de no parar de bailar en toda la noche. Al despertarme tenía agujetas por todo el cuerpo. Esas fiestas terminaron cuando Rubén me prohibió salir, incluso dejar de ver a mis pocas amigas. Por eso, esta noche quería recuperar a esa Ruth, a la que nunca debí dejar que se escondiera porque un hombre me lo pidiera.

Las dos primeras copas las tomé en la barra, mientras comenzaba a entrarme el puntito necesario para perder la vergüenza y saltar a la pista a moverme como una auténtica profesional del baile.

Tina y Charlie ya se encontraban bailando, los observaba. Bailaban bastante bien.

De pronto empezó a sonar las primeras notas de la canción Bailando de Enrique Iglesias. Me encantaba esta canción y su sobre todo su ritmo alegre. Tomé lo que quedaba de mi segunda copa, dejando el vaso en la barra. Agarré de la mano a Adrián que estaba a mi lado y tiré de él hacía la pista. Se resistió un poco, pero comencé a incitarlo a que me siguiera llamándolo con el dedo y suplicándole con la mirada, dándose por vencido y acompañándome a la pista.  Nos colocamos cerca de Tina y Charlie. Me posicione cara a cara a Adrián, colocando mis brazos alrededor del cuello de él. Sus manos fueron directas a mi cintura. Empecé a contornearme, él siguió el ritmo junto a mí. Bailaba bastante bien, nunca había visto a un hombre moverse como él.

Saga White. Perdóname.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora