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The Merciful tenía excito desde su primer día, era el segundo bar del pueblo y contaba con acceso a público general, después del bar exclusivo para gays. Ambos tenían sus clientes por lo que no había rencillas. Stotch miró que todo estuviera en orden, saludo a algunos asistentes y a los trabajadores, luego fue con el encargado de local y se puso al tanto de todos los acontecimientos, pidió el inventario de los productos y fue a la bodega a revisar que no faltara nada. Kenneth mientras tanto lo seguía con la mirada, se veía tan serio en su trabajo que no pudo evitar dejar escapar una pregunta de su boca.

- ¿Quién eres tú? – comentó sin borrar la sonrisa que se había formado en su rostro.

- ¿Qué clase de pregunta es esa? – Stotch se giró y le dedicó una sonrisa.

- Bueno, te vez tan concentrado y serio en lo que haces que hasta pareces otro – dijo con total simpleza.

- Debo ser otro en mi trabajo, ¿no crees? Sobre todo, si se trata de un bar – el más bajo dejó la tabla de inventario sobre una caja y avanzó a su novio, en cuanto le tuvo cerca le tomó por el cuello del abrigo para besarlo – respóndeme una duda, ¿alguna vez has muerto sintiendo placer?

- Si – dejó salir soltando con gracia esa palabra – de niño me puse un disfraz de Batman, coloque un cinturón en mi cuello y me masturbe hasta la muerte.

- Entonces no será difícil para ti repetirlo – comento volviendo a posar sus labios contra los del otro. Su mano buscó el seguro de la puerta para cerrarla, después dio con el interruptor de la luz y la apagó.

Kenny abrió los ojos en medio de la oscuridad, con la poca luz que llegaba del exterior logró visualizar a Leopold a su lado sentado mirando al exterior por la pequeña ventana de la bodega, su rostro estaba serio, como si estuviera perdido en sus pensamientos, no podía distinguir su mirada, pero estaba seguro que su ceño estaba fruncido.

- ¿Qué sucede Leo? – Kenny se sentó, un dolor punzante se presentó de inmediato, pero lo ignoró, una vez acomodó su espalda contra el muro sacó el cinturón que aun rodeaba su cuello – ¿estás arrepentido?

- Para nada, ambos lo disfrutamos ¿no? – comentó el muchacho y le entregó un paquete de cigarrillos – no entiendo como aun puedes meter esta mierda en tu boca – dijo con desagrado. El objeto se había caído del bolsillo de su abrigo mientras este dormía.

- ¿Estás enojado por eso? No lo entiendo – abrió la cajetilla para sacar uno, pero Leopold le palmeó la mano – ¡¿por qué te molesta tanto?! – habló con molestia, la acción repentina de su acompañante no le había gustado.

- ¡Porque lo odio!¡porque ese hijo de puta fumaba frente a mí, odio ese maldito hedor! – alzó la voz y golpeó el piso con frustración.

- Lo lamento, no tenía idea – acerco su mano a su hombro y lo acaricio con suavidad, luego su mano se movió a su cabeza y lo recostó en su regazo – no te pongas así, das miedo – comento en tono suave jugando con los mechones rubios de este. – Así no es el Leo que amo.

- Soy parte de ese Leo que amas Kenny, aunque no quieras asumirlo – susurró suave cerrando los ojos, las caricias del chico siempre le calmaban.

McCormick soltó un suspiro ante sus palabras, tenía toda la razón, debía aprender a amar todos los aspectos de su novio, si una parte de él perdía el control de aquella forma entonces aprendería a aceptarla y contenerla como se debe, le ayudaría a superar aquel pasado.

- Marjorine, ¿estás ahí? – preguntó en tono suave – necesito preguntarte algo sobre Leo – comentó acariciando ahora su mejilla. Leopold soltó una risa corta y se alzó, rodeó al otro por el cuello y besó su mejilla.

13 HorsesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora