Especial 2 - Stan y Kyle (Parte 1)

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La relación entre ambos amigos fue buena desde siempre, claro, con sus altos y bajos como en cualquier amistad, pero nada lo suficientemente fuerte como para ser destruida, al menos eso pensaba Kyle Broflovski.

Ya cruzando la adolescencia habían adquirido muchas costumbres juntos, una de ellas y que cumplían todos los meses era ir a alojar el fin de semana a la casa del otro cuando sus padres salían juntos a divertirse. Pasaban casi toda la noche leyendo historietas, viendo películas o jugando en línea, aprovechaban la soledad del lugar para comer chatarra y hablar libremente de mujeres o sucesos de la escuela.

Cuando ambos estaban cansados Stan se iba a dormir y Kyle se acomodaba en un saco sobre el suelo, pero la mayoría de las veces Broflovski se recostaba al lado del azabache una vez el sueño le ganaba, entonces Marsh sin pensarlo demasiado se acurrucaba junto a él.

Si, compartir la cama era una cosa en la que ambos estaban tan acostumbrados que les resultaba imposible pensar que podría ser hasta extraño.

- ¿Stan? – habló el pelirrojo, el movimiento de la cama le había despertado, por lo que se giró de costado para observar aun adormilado a su amigo.

- Oh, disculpa, no quería despertarte, ¿pasa algo? – imitando las acciones de su amigo, Marsh se acomodó para ver su rostro cansado.

En todos esos años juntos, a Stanley siempre le habían fascinado los ojos del pelirrojo, sentía que cuando los miraba directamente se perdía en ellos, en ese hermoso verde que le transportaba a un bosque frondoso. Incluso en medio de esa fascinación, su mente inventaba historias de ellos juntos, donde realmente el judío era un rey y él su caballero, tal como jugaban de niños.

- ¡Stan! Te hice una pregunta – la voz de Broflovski lo sacó de su ensimismamiento y soltó una carcajada.

- Disculpa Kyle, me perdí en tus ojos de nuevo – comentó con total naturalidad – ¿qué me decías?

- Amigo, ¿sabes lo marica que sonó eso? – alzó una ceja y frunció leve el ceño – te preguntaba si seguirías a Wendy a la universidad de Nueva York.

- No, claro que no, está muy alejado, además las cosas con Wendy no van bien desde hace un tiempo – suspiró y se giró para mirar el techo – tengo mis opciones, pero aun no me decido.

- ¿Las tienes? ¿A dónde vas a aplicar? – Kyle pregunto tallando sus ojos, el sueño volvía a hacerse presente.

- Bueno, está la Estatal de Colorado, o quizá aplique a la California-Davis, ¿tú que piensas? – miró de reojo al joven, este ya tenía sus ojos cerrados.

- Ambas son buenas opciones, pero si eliges California entonces estaríamos muy cerca – dijo sin más.

- Es cierto, irás a Stanford – comentó esbozando una sonrisa – podríamos pasar algunos fines de semana juntos, ¿no crees? – preguntó, pero no hubo respuesta – ¿Kyle? – observó al nombrado y se percató que ya estaba completamente dormido. – Vaya. Que descanses amigo.

El último año de escuela, resultó tan extraño como todo lo que rodeaba a ese pueblo, por una parte, estaba el comportamiento de su compañero Butters, el chico un día comenzó a ir a la escuela vestido de mujer haciéndose llamar Marjorine y al siguiente parecía que cualquier cosa que le dijeras lo haría abalanzarse sobre ti para golpearte.

Todos en la escuela comenzaron a evitarlo lo más que podían, incluida la pareja de mejores amigos, Kenny en cambio era el único al que soportaba y se preocupaba por él. Esto lo había demostrado un día en que el chico comenzó a pelear con un tipo mayor, seguramente un desertor de otra clase y Kenny interfirió en el encuentro, como resultado termino con algunos golpes, aunque la peor parte se la llevó el sujeto mayor, al que Leopold golpeo con un par de charolas metálicas en dos ocasiones.

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