Day 5: naranja

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Se miró la mano con fascinación cuando el resto del mundo lo hubiera hecho con asco. Se la acercó a la nariz e inhaló para oler y sentir la fragancia de la sustancia.

La chica vestida con un insinuante traje estaba tirada moribunda en el suelo de madera. Respiraba sus últimos alientos mirando con terror a la mujer que le había engañado.

La mujer miró lascivamente a su bella víctima y sacó su lengua para lamer su mano sucia.

-Eres tan dulce -ronroneó poniéndose de rodillas y gateando hacia su víctima -. Eres tan sexi, dulce y atrevida... -se puso encima del cuerpo moribundo y aproximó sus labios a los de ella -. Gracias por abrirme los ojos, pequeña -jugueteó con la boca, dándole pequeños besos alternados con mordidas de las que salía sangre -. Una pena que no pueda estar contigo más tiempo.

Cuando acabó con lo que quedaba de la muchacha, se secó las lágrimas que habían salido en el proceso sin que ella hubiera querido.

Cogió en brazos el cadáver y lo puso en la cama del apartamento. Tomó el mechero que siempre llevaba consigo en su bolso y prendió la cama en llamas. El humo inundó en cuestión de segundos la habitación y pronto se veía borroso por la pequeña casa alquilada. La mujer salió sin prisas y sin mirar atrás, al contrario que los vecinos; ellos hicieron un acto de valor y, con los extintores, trataron de apagar el fuego. Las sirenas de los bomberos se empezaron a oir. Los trajes reflectantes de los oficiales aparecieron en las escaleras. Pero la mujer no pudo ver más pues ya se iba alejando por la nocturna calle, en busca de más chicas de cabello naranja como las llamas del fuego que sentía siempre que las veía.

30 días escribiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora