La vibración nos despierta a todos y en menos de diez segundos estamos en pie y camino a nuestros puestos.
Hay mucho caos; demasiado, es lo que tiene ser solicitado por nuestro usuario maestro. Choco con muchos vecinos antes de llegar a mi lugar en la fila. Es cuando miro a la pantalla gigante que ocupa la mayor parte de la pared y que tengo enfrente, cuando me doy cuenta de que me queda poco para morir.
-Me apuesto mi sitio a que hoy no me toca -me dice una réplica exacta de Pix, la que lleva delante de mí cinco vibraciones por lo menos.
-No importa qué te apuestes, lo vas a perder igualmente.
-Por Dios, un poco de humor.
La réplica de Pix se da media vuelta para mirar al frente.
Avanzo un paso.
Como es costumbre, miro a mi derecha, hacia más allá de los invernadores donde nos apagan y desconectan. Los moldeadores están continuamente trabajando, dándole forma a nuestros cuerpos, a nuestro físico.
Un paso más.
Ha sido rápido.
De uno de los moldeadores se desprende vapor y unos cables con terminaciones en agujas salen del cilindro para admirar su trabajo bien hecho.
De dicho cilindro aparece un molde desnudo, blanco, sin rasgos aun definidos. Es transportado por el aire como si tuviera las alas de Zyntia pero invisibles como Ojosdepato.
El molde desaparece al entrar en otro cilindro verde brillante.
-¡Tú!, avanza, ¡vamos!
Obedezco. Porque si no me llevarían al primer puesto de la fila... aunque tampoco perdería mucho.
Mis ojos viajan esta vez al frente; hacia la gran pantalla.
¿Por qué desde tan temprano? Los números de la esquina superior derecha me dicen que no son ni las nueve de la mañana. ¿Cuántos morirán hoy?
La pantalla se oscurece. La tan familiar calavera aparece y se burla de todos nosotros.
-Cómo odio esas palabras -vuelve a decirme la copia de Pix, como tantas veces desde que no fue el último de la fila.
Hay veces que el usuario maestro se enfada tanto, que mis compañeros se libran por lo menos una vibración de sufrimiento.
Quedan seis por delante mío. Doscientos por detrás.
Si solo pudiera comprar un pase y permanecer de los últimos para siempre... pero no, porque con el usuario nunca se sabe. Han habido veces en las que he avanzado más de treinta pasos. Y otras en las que apenas me moví.
Otro paso adelante.
-Tengo miedo -dice Pix.
-Yo no -digo con la misma voz en el mismo tono.
Nadie se soprende por mi respuesta: ¿por qué temer si renaceremos?
Y yo me pregunto qué fui en mi vida anterior: ¿un Pix? ¿una Zyntia? A lo mejor un Ambarino, siempre me ha llamado la atención la espada larga... ¿Y qué me mató? ¿Un Ojosdepato enemigo? ¿Y por qué no seguí con vida? ¿Por mi torpeza?, ¿por la del usuario?, ¿o por un fallo de conexión?
Las respuestas nunca las sabemos. Están prohibidas; almacenadas en el interior de nuestra mente, en una base de datos diseñada para matar y para ser matados.
Para encontrarnos con la muerte.
De nuevo la calavera. De nuevo fin de la partida.
De nuevo avanzamos.
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30 días escribiendo
Short StorySon treinta palabras para treinta relatos. De todas la temáticas que puedo escribir. O al menos eso intento.