Capítulo 1, parte 1: Piloto

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VENECIA:

Teclee las últimas palabras y di por terminado el capítulo. Lo subiría en cuanto tome un baño y me saque el estrés del día del cuerpo. Sé bien que no es el mejor de los capítulos que he hecho, pero siendo honesta, es lo más elaborado que puedo permitirme luego de dos exámenes y un día brutal en el trabajo.

Intenté representar de la mejor manera posible el reencuentro entre Elizabeth y Sam, algo que sé que mis lectoras están ansiando hace un par de capítulos, cuando decidí separarlos por un partido de fútbol al que Sam debía asistir. La historia iba sobre ruedas, aunque su amor seguía siendo un secreto; nadie debía enterarse que el chico popular salía con la inadaptada nerd.

Suspire e intenté borrar de mis pensamientos la historia. Me dirigí al baño, y tras una larga ducha de agua caliente, decidí que lo mejor era dedicarme un poco más a corregir el capítulo.

Me tomo muy en serio mi trabajo como escritora, si es que puedo llamarle trabajo a mi hobby número uno. A veces, le dedico horas a terminar de redactar un simple diálogo, pero es que no me gustaría cambiar la esencia de mis personajes, no cuando me he encariñado tanto con ellos.

Y cómo no, si la protagonista está basada en mí, y el protagonista en Cameron.

Ay, Cameron...

-¿Otra vez pensando en ese chico?-abrí los ojos y pegué un gritito. Me había tomado por sorpresa.

-No se de qué hablas.-comencé a secar mi cabello, tratando de ocultarle a mi hermano el rojo de mis mejillas. ¿Acaso soy tan evidente cuando pienso en él?-A la próxima, toca antes de entrar.

-Cia, sólo pones esa sonrisa boba cuando piensas en aquel futbolista... ¿Cómo se llamaba?

Cameron, Dylan, su nombre es Cameron. Rodé los ojos y seguí con mi tarea de sacarme el cabello, lo cual es muy complicado, teniendo en cuenta que mis bucles son realmente molestos.

-¡Cameron! Ese era su nombre.

-Superalo, Dylan, sólo fue un amor de primaria.

Mi hermano soltó una carcajada ante mi bajo intento de defenderme. De acuerdo, digamos que a los ocho años, el hecho de haberme enamorado por primera vez me hacía mucha ilusión. Asi que como buena bocazas que solía ser (sigo siéndolo de vez en cuando), no paraba de hablar del niño que veía como el ser más perfecto del planeta. Y mi hermano mayor nunca olvidaría eso, no cuando lo puede usar en mi contra.

-¿Amor de primaria?-cuestionó, aún soltando risitas. Lo miré amenazante, aunque no parecía tener efecto alguno. Así era Dylan, la personas más insoportable del planeta cuando se lo proponía- Cia, tienes toda una pared de tu armario llena de fotos de ese chico. ¿En serio lo llamas amor de primaria?

Sabía que estaba tan roja como un tomate, principalmente por la rabia. Quería matarlo, no, corrijo, voy a matarlo.

-Uno.. dos...-me acerqué lentamente a mi hermano, quien retrocedía de la misma forma. La sonrisa se había borrado de su espantosa cara, y ahora se veía preocupado. Genial, tiene que estarlo.-tres... cuatro...

Llegó al pasillo, y yo al marco de mi puerta. Es en estos momentos cuando siento que soy más amenazante de lo que parezco. Aunque todo el mundo me repita que soy un angelito incapaz de dañar a alguien.

-¡Cinco!-salté sobre Dylan antes de que comenzara a correr y comencé a estirar su oreja, tal como hacía mamá cuando nos portabamos mal de pequeños. Se retorcia para que me bajara de su espalda, pero se olvidaba de algo importante: llevo años luchando contra él.

-¡Bájate, Venecia!-ordenó. Reí a carcajadas. ¿Ahora quién molesta a quién?

-¡No vuelvas a meterte en mis asuntos!-le espeté, recordando que también había usmeado en mi armario.-¡Y si vuelves a revisar mis cosas, te arranco la oreja!

Un Amor UnilateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora