Capítulo 6, parte 3: El lugar que ocupas.

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CAMERON:

Llegué a la pista de patinaje sobre hielo en la que practica mi novia. Le faltaban diez minutos para terminar, por lo que me senté en las gradas a ver por primera vez en mi vida lo que tanto la apasiona. Debía admitir que muchas cosas de lo que ella hacía en el hielo, yo no podría realizarlas jamás, empezando por el hecho de que con suerte me mantengo en pie. No sé como juzgar patinaje, pero a mi vista, estas chicas lo hacen espectacular.

-¡Mejora la caída, Holly!

Los gritos de su entrenadora me llamaron la atención. En efecto, Holly estaba allí, practicando. Me pregunté si Deuce sabría de este lado de su amada, ya que al menos para mí, es toda una novedad. Ahora entiendo porqué tiene tan buen cuerpo, hacer patín exige mucho esfuerzo.

Las vi un poco más hasta que terminaron de ensayar. Bianca me saludó con la mano antes de desaparecer en los vestidores, supongo que se habrá ido a cambiar. Registré mis redes sociales aburrido de esperar, aún sin saber exactamente qué haría con Bianca hoy. Pensé en llevarla a comer, pero mi billetera se encuentra vacía tras mi pelea con papá.

-¿Cameron?-Oír aquella voz fue una patada en mis testículos. Literalmente sentí hervir mi sangre al voltear y encontrar a Mika allí, como si nada, totalmente ajena a mi odio desmedido desde que se acostó con mi padre siendo su secretaria, y encima, tras darme una hermanita que no conocía hasta hace unos meses.

Cuando toda la verdad explotó y mi familia se vino abajo definitivamente, lloré como nunca en mi vida; motivos no me faltaban, pero saber que quien creía mi héroe es en realidad un malnacido provocó que tuviera un pico de estrés, jamás se lo perdonaría, principalmente por el dolor que causaba a mamá. Y pensar que la engañaba desde hace tanto, mínimo seis años, la edad de Baylie, mi media hermana.

Hablando de ella, se encontraba muy feliz de la mano de su madre, ansiosa porque acaba de llegar a su clase de patín. No odio a la pequeña, ella no tiene la culpa de absolutamente nada; es más, le tenía cariño a pesar de conocerla hace casi un año, y es precisamente por eso que me contengo de mandar a la mierda a Mika cada vez que me la cruzo, ya que al ser su madre, no me extrañaría que me prohibiese verla.

-Hola.-no podía evitar ser frío con ella, no desde que todo se supo. Por otro lado, cuando Baylie se acercó a abrazarme, me coloqué de cuclillas a su altura y dejé escapar una sonrisa.-Hola, pequeña, ¿Qué haces aquí?

-Tengo patín, Cam.-al verla allí, con su cabello castaño en una coleta, un flequillo cortina, cachetes inflados y una hermosa sonrisa a la que le falta un diente porque se le ha caído hace poco, no pude evitar encontrarle el parecido con Gwen, especialmente por los ojos celestes tan expresivos, herencia de mi padre. Los ojos se me nublaron breves instantes en lo que volví a abrazarla, ella sin querer, sería el recordatorio constante de una de las peores épocas de mi vida.-¿Tú qué haces aquí?

-¿Ves a esa hermosa chica de allí?-le señalé a Bianca, quien ya estaba despidiéndose de sus compañeras para venir a mi encuentro.-Es mi novia, vamos a salir juntos.

-¿Puedo ir contigo?

La ternura en sus palabras hizo que me riera; la llevaría sin problemas, pero hoy era mi día a solas con mi chica.

-No, cariño, tienes clase. ¿Recuerdas?-la interrupción de Mika, aunque odie admitirlo, me salvó de decepcionar a la pequeña. Le acaricie la cabeza con ternura y me incorporé, notando que Bianca se acercaba a nosotros.

-Hola, ¿Qué tal?-Bianca llegó a mi lado, con una sonrisa dirigida a la destroza hogares y Baylie. Ignoraba la situacion por completo, ademas, de todas formas sería educada con Mika.

Un Amor UnilateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora