Capítulo 3, parte 2: Fuera de lugar.

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CAMERON:

Bajo del auto frente al sombrío y viejo edificio que es el Briggs. Un lugar mas similar a una cárcel que a una institución educativa, pero que es aclamada por su nivel académico.

Cruzo el aparcamiento corriendo. Hoy mamá me trajo más tarde de lo habitual, debido a que Gwen no parecía estar lista nunca. Las mujeres y sus tiempos...

-Llegas tarde, broh-saludó Fred, dándome la mano. Correspondí al gesto y asentí como saludo a los tres, quienes ya estaban dirigiéndose a clase de literatura.-Chicos, ¿Qué dicen de una tarde jugando videojuegos en casa de Deuce?

-¿En qué momento ofrecí mi casa?

-Estoy de acuerdo.-dije, buscando molestar a mi mejor amigo.-¿Luego del entrenamiento?

-Me parece bien.-siguió Ben, quien ya estaba ingresando al curso.

-De acuerdo. Pueden venir.

La casa de Deuce es nuestro lugar ya que nunca, o casi nunca, hay adultos. Su padre siempre trabaja, sin mencionar que es de lo más cool y permisivo. Su madre, por su parte, está en Canadá junto a su padrastro.

Me senté en mi lugar, en lo último de la fila izquierda. Mi compañero de asiento este año es Ben, por lo que Deuce y Fred están justo un lugar adelante. Saqué mis cosas de la mochila y dediqué una mirada al salón.

La profesora no llegaba aún, pero toda la clase estaba presente. Entonces, una sonrisa se dibujó en mi rostro casi sin querer. Allí estaba Cia, sentada en la fila del centro casi tan atrás como nosotros, hablando con su grupo de amigos. Parecía enojada, por alguna razón.

-¿Mirando a tu Julieta?-canturreó Ben, captando mi atención. Reí ante sus palabras, negando con la cabeza. Les había mencionado a Cia luego de todo lo ocurrido el sábado; siendo honesto, me habían obligado a hablarles de la chica que me hacía hablar y reír a carcajadas en el club, y obviamente, de cómo reaccionó Bianca al encontrarnos.-Esa chica parece interesante. Tiene un algo que... no lo sé, parece que se llevan bien.

Volví a sonreír ante los tiernos recuerdos de ambos. Éramos simples niños, que una tarde de recreo se conocieron y se volvieron amigos. Estoy tan agradecido por eso, ella me habló cuando nadie más lo hizo, y me contó sobre el equipo de fútbol de la escuela primaria... me dio un lugar, aún siendo el nuevo.

-Esa chica es la razón de que los haya conocido. No te das una idea de lo genial que es.

-Me doy una idea de lo buena que está.-se unió Fred, provocando risas a mis amigos. Tense mi cuerpo involuntariamente, sabiendo a dónde llegaría la conversación.-Aunque me gustan con trasero más grande. Pero allá tú, Cameron.

-No me estoy fijando en ella.-aclaré, amacando mi cuerpo con la silla.-Lo que no quiere decir que puedan ir por ella. No es una chica para tus juegos, Fred.

-Yo no juego con las chicas. Todas saben de antemano que no busco nada serio.

-Eso hasta que alguna te vuele la cabeza.-le pegó en la cabeza levemente Deuce, para que se volteara y dejara de hablar.

La señorita Emilce, nuestra profesora suplente de literatura, había llegado. No pude evitar mirarla, esa mujer estaba muy buena, no llegaba ni a los treinta. No obstante, tenía una voz tan chillona que la hacía perder encanto cada vez que abría la boca.

Seguí el resto de la hora haciendo cualquier cosa no relacionada a la materia. Hablar con mis amigos, mirar a Cia y cacharla cuando ella lo hacía. Me daba ternura verla sonrojarse, no podía evitar sonreír. Llegó un momento en el que comencé a tirarle papeles con notas que luego regresaba con sus respuestas. Y mis amigos, por supuesto, no dejaban de carcajearse ya que supuestamente "terminaría por caer en mi antiguo pasado mujeriego y engañaria a Bianca". Pero eso no ocurriría, veo a esa chica como mi hermana.

Un Amor UnilateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora