Capítulo 8, parte 2: "En pedazos"

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VENECIA

-Llueve a cántaros, mamá.-le explico por teléfono, intentando menguar su enfado por llegar tarde al trabajo. Me entretuve con la escenografía para la obra de teatro, más que nada corrigiendo desastres hechos por los demás.-Sé que no pueden buscarme, y tú también. Así que no te enfades, ya veré como llego.

Resoplo viendo caer la lluvia con fuerza. Estoy parada frente a la entrada del colegio, incapaz de salir del establecimiento por mi hueca cabeza que se olvidó el paraguas. Como mi padre y Dylan no están disponibles para buscarme, y ya no hay nadie a estas horas en la escuela, estoy varada a mi suerte. Genial.

-¿Problemas para regresar a casa?- la voz femenina a mis espaldas hace que me voltee con sorpresa. Allí está Gwen, luciendo un hermoso vestido bordo y unas botas y sombrero de cuero negro que le combinan. Me pregunto qué hace en la escuela a esta hora. Y cómo narices logra verse bien todo el tiempo.

-Algo así.-le digo, devolviéndole la sonrisa.-¿Qué haces tan tarde en el Briggs?

-Podría hacerte la misma pregunta.

-Me quedé arreglando la escenografía para una obra de teatro.-le explico, con cierto cansancio al ver como la lluvia no parece dispuesta a ceder.-¿Y tú? ¿Cuál es tu excusa?

Se sonrroja para mi sorpresa, por lo que no tardo en deducir que se trata de un chico. Era obvio que una chica como ella tendría a alguien, pero me pregunto si Cameron lo sabe. Tal vez explote al saberlo.

-Tu novio y tú se ven a escondidas, lo capto.-me río al concluir y verla ponerse seria. Mala actuación, Gwen.

- No le digas a Cam que tengo novio. Me matará, bueno, no... matará a mi novio.

Suelto una carcajada. Aparenta ser ruda, pero me parece que detrás de esa fachada, realmente hay una chica dulce y desconfiada.

-Lo prometo, Gwen.

Nos sonreimos pero enseguida nuestras caras expresan el horror por el sonar de un trueno. Odio las tormentas.

-Odio las tormentas.

-Yo igual.-le digo, mientras intento escribirle a Dylan. A lo mejor hace una excepción hoy y puede salir antes de la facultad, tomar el auto de papá y buscarme... No, es mucho conflicto por mi irresponsabilidad.-No sé cómo volveré a casa.

Frustrada, levanto las manos y suelto un bufido. ¿Por qué narices dejé el paraguas? Oh, cierto, por hacerle la contra a mamá que insistía en que hoy llovería. Empiezo a creer que es algo así como una bruja, tiene una capacidad extraña de predecir el clima y otro tipo de sucesos. Típico de mamás.

-Llegó mi padre. Te llevamos.

Antes de poder replicar, Gwen me estiró fuera del establecimiento, y corriendo llegamos al auto negro de cuatro puertas que me demostraba una vez más lo adinerada que es la familia Hilltop. A decir verdad, la idea de compartir espacio con su padre me revolvía el estómago, pues no encabeza mi lista de personas favoritas. No obstante, es mi única oportunidad de volver a casa.

-Hola, papá.-Gwen parece hablarle con normalidad, y no puedo evitar pensar en cómo lo logra. Yo no podría siquiera mirarlo si fuera a mi padre.-Ella es Cia, necesita un aventón.

-Hola, Cia.-la amabilidad en su voz me sorprende. No parece un mal tipo, aunque yo sé que es sólo apariencia. Papá dice que los políticos son expertos en eso, en disfrazar lo que son en realidad.

-Hola, señor.-intento sonar amable, a sabiendas de que, muy a mi pesar, sigue siendo un mayor, sin mencionar el padre de mi mejor amigo.

- Me resultas familiar, ¿Nos conocemos?-Conduce con prudencia por las calles mojadas, desviando brevemente su vista a mí por el espejo retrovisor. Ahí están esos ojos azules, iguales a los de Cam.

Un Amor UnilateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora