|She is like the moonlight
caring but cold.
She is showing away,
but she still afraid.
Afraid of the darkness she become|
«Berenice Black no quería ir a la Luna, quería aprender a brillar en la oscuridad como ella»
»...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
┗━━━━━━━━━━━━━━━┛
Los ronquidos de James parecían rebotar en los oídos de Sirius. El chico quería conciliar el sueño al menos una hora, llevaba toda la noche pensando en sus hermanos y en que le sucedería a Berenice. No quería que su hermana sufriera el mismo rechazo que él.
Resignado y aguantándose las ganas de tirarle una almohada a su mejor amigo, se desperezó y se dio una ducha. Se vistió y salió de la sala común, viendo cómo pronto amanecería decidió ir a la torre de Astronomía. Pero no esperaba encontrarse tal escena.
◦ ☆ ◦ ✧ ◦ ☆ ◦ ✧ ◦ ☆ ◦ ✧ ◦ ☆ ◦
El sol acarició la cara de los mellizos cuando comenzó a salir, Regulus se despertó sintiendo la respiración calmada de Berenice sobre su pecho.
Regulus la miró, y ni siquiera él sabía lo que ocultaba esa mirada. En ella estaban reflejados ambos cuando eran más pequeños, se veían las trenzas de Berenice y al cabello peinado de Regulus, se les veía abrazarse tras haber recibido una bofetada de su padre. Con el paso del tiempo la cara de Regulus había quedado más marcada, porque Orión no se atrevía a que su hija le devolviese el mismo dolor que él deseaba producirle. Por lo tanto el hombre se aprovechó de su punto débil, Regulus. Esa mirada también escondía amor, pero también odio por todo lo que se debían mutuamente, por todo lo que el vacío de ambas miradas escondían.
Parpadeó en un intento de despertarse por completo, entrecerrando los ojos cuando le pareció ver una figura. Cuando pudo enfocar la vista bufó al ver la sonrisa burlona de Sirius frente a ellos.
— Buenos días, Arturito.
— Han dejado de ser buenos cuando te he visto, Orión— sonrió cuando la mueca molesta de Sirius apareció—. ¿No te gusta ese nombre? Bueno, a padre le queda mejor.
— Deja de ser tan Slytherin.
— Deja de ser tan...Sirius— Berenice se movió un poco, haciendo que la mirada retadora de Sirius cambiase al posarse en la escena de sus hermanos. Si él no podría protegerlos, al menos se tenían el uno al otro.
— La estás despertando, vete.
— Tenéis que cambiaros, aunque seas un rebelde— Regulus rodó los ojos ante el tono burlón de su hermano—. Los horarios en Hogwarts se siguen...aunque yo no lo haga.
Sirius se acercó y le dio un beso en la frente a Berenice, para luego darle otro a Regulus sonriendo ante los intentos de este de escaparse. — Buenos días, Bernie. ¿Has dormido cómoda?— Berenice soltó un bostezo, mientras se acurrucaba más en Regulus volviéndose a dormir—. Hey, hey, no, no. Despiértate Bernie...¿estás bien?— Sirius miró con preocupación las cicatrices oscuras en el brazo de Berenice, e ignorando los quejidos de este le subió la manga del pijama a Regulus pudiendo ver otras marcas parecidas.
— Aquí Dumbledore puede ayudaros, aquí no estáis solos.
— Nunca he estado sola, os he tenido a Regulus y a ti— Berenice se despertó y le dio un beso en la mejilla a su mellizo y luego se lo dio a Sirius. — Voy a cambiarme, ¿estás bien, Reg?
Este cambio su expresión molesta y sonrió despreocupado—. Claro, Bernie. Vamos, no quiero perderme mi primer desayuno en Hogwarts, y tengo hambre—en ese momento la barriga de Sirius rugió provocando la mirada burlona de los mellizos.
— Mira, Reggie. Al parecer Sirius también tiene hambre...
— Exacto, es verdad que es todo un león.
— Ugh, cállate Regulus. Aunque seas un Slytherin no hace falta ser un moco, tú túnica ya es verde.
◦ ☆ ◦ ✧ ◦ ☆ ◦ ✧ ◦ ☆ ◦ ✧ ◦ ☆ ◦
El desayuno había acabado y sorprendentemente Berenice lo había superado sin lanzar un maleficio que aún no sabía a su prima Bellatrix, quién la miraba amenazante desde la mesa de las serpientes. «Te odio» los labios de la nueva Ravenclaw se dirigían a la loca Slytherin, para luego sonreír a su prima Narcissa. ¿Por qué la mayoría de los Black estaban mal de la cabeza? Siempre puros, el lema familiar hacía eco en su cabeza, pues esa pureza les había llevado a la fatalidad.
Se dirigió a su primera clase, Transformaciones, que casualmente compartía con Slytherin.
— ¡Berenice! ¡Hola!
— Hola, Kerry-Ann— la pelirroja hizo una mueca con el nombre.
— Kerry, o Ann. Pero no quieras acaparar todo, por favor— el comentario le sacó una risilla a Berenice, quien asintió con una sonrisa y le preguntó si quería que fuesen juntas a transformaciones—. ¡Claro! Pero vamos ya, no quiero que nos perdamos.
Caminaron juntas hacia el aula. McGonagall estaba frente al escritorio observando su varita, parecía pensativa.
— Buenos días, profesora.
La profesora la miró bajo sus gafas redondas, con una mirada de severidad. Berenice sonrió, la había calado enseguida. La postura estricta de la profesora era sólo una fachada, estaba segura.
— Buenos días, señorita Black— miró hacia Kerry-Ann—. Señorita Brown— volvió a dirigirse a Berenice—. Espero fervientemente que no me de tantos problemas como su hermano.
— No se lo puedo asegurar, profesora.
Y Berenice pudo observar una pequeña sonrisa, mínima, en la boca de la profesora.
El resto de alumnos llegaron, Regulus y Berenice se sentaron juntos en la primera fila. Y Minerva McGonagall no pudo evitar quedarse contemplando sus caras durante unos segundos, sabía de la situación familiar de Sirius, pero la complicidad entre Berenice y Regulus Black era observable. ¿Quién era Sirius Black entonces? No entendía por qué esos niños no eran merecedores del amor de una familia.