11: La Bahía de Studland

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11: el de serpientes, leones y gaviotas.

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          «La mansión de los Lestrange contaba con muchas habitaciones, tantas que a Berenice se le hacía casi imposible no perderse.
Su rutina estival se había convertido en levantarse con las sábanas blancas hechas un desastre y escuchando los ronquidos de Regulus, desayunar en la cocina temprano acompañada por algún elfo y luego se dedicaba a caminar por los pasillos o a investigar la bahía de Studland.

Se sacudió un poco de arena de su vestido viendo como las suaves olas en la orilla se rompían, el cielo estaba nublado y una brisa movía la hierba que había tras ella.
Algunas gaviotas le hacían compañía a la vez que sus dedos jugueteaban con los rayos de sol que se escondían tras las nubes.

Se giró cuando escuchó voces, viendo a su prima Narcissa con una cesta en su mano hablando con Bellatrix qué llevaba varias toallas y otra cesta. Regulus iba con un chaleco, con sus rizos moviéndose con el viento y jugueteaba con Baham, el retriever de la familia. Se sorprendió al ver a su hermano mayor conversar con él, Sirius caminaba con las manos en los bolsillos mientras pateaba una bludger.

La comitiva llegó hacia ella, Bellatrix dejó las esterillas en el suelo acomodándose el vestido negro, Narcissa colocó las cestas a la vez que Regulus llegaba hacia ella y Sirius se quedaba jugando en la arena con Baham.

— ¿Qué hacéis aquí?

— Quita esa cara, prima. Eres muy joven para tener ese entrecejo fruncido— Bella sonrió de lado con sus labios pintados en carmín—. Hemos decidido pasar el día en la bahía.

— ¿Y Rabastan?

— Es mi marido, no mi dueño.

Se escuchó la risa de Sirius y los primos Black se volvieron hacia él—. Más que tu dueño es tu perro, Bella.

Bellatrix comenzó a lanzar una serie de improperios al único Gryffindor. Regulus se sentó junto a ella quitándose los zapatos—. Me encanta este sitio.

Bernie sonrió—. Siempre te ha gustado. ¿Qué hacéis aquí, Reggie?

— Los adultos nos han dado la idea. Tenían asuntos que resolver— Regulus mantuvo su mirada en el mar.

— ¿Y Sirius?

El chico se encogió de hombros echándole una mirada a su hermano mayor—. Supongo que no quería quedarse solo.

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