5: Equilibrio

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chapter 5: Equilibrio

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Bellatrix Black no necesitaba empujar para hacerse paso aunque lo disfrutaba, ella tenía camino libre.
Bueno, más bien su locura.
Ella no estaba loca, ¿desde cuando tener unos ideales y defenderlos era una forma de locura?
Los locos eran los que se rebelaban ante el Señor Tenebroso.

Observó el paisaje otoñal de Hogsmeade dirigiéndose al bosque, si se adentraba un poco más seguramente podría volver a ver el castillo, ese asqueroso castillo repleto de sangres sucias.
Se deleitaba imaginándose la expresión de Cissy en cuanto la viese, esa pequeña rubia pensaba que podía librarse de ella durante el curso.
Nadie nunca podría librarse de ella.
¡Oh! Y podía sentir su sonrisa como el veneno extendiéndose por las venas de Andromeda en cuando la viese, y ojalá provocarle más dolor, ojalá acabar con su amor y traerla de vuelta a su familia aunque el corazón de su (traidora) hermana se rompiera en mil pedazos.

Agarró su varita con firmeza, con la mano cuyo antebrazo estaba decorado con la marca tenebrosa potenciando su poder. Se sentía poderosa, se sentía letal.
Se sentía Bellatrix Black.

Sonrió lamiéndose el carmín rojo al ver un humo negro por el rabillo del ojo.
La figura de Rabastan Lestrange apareció ante ella, tan atractivo como idiota.

— Estás aquí, Bella— Rabastan se le acercó buscando sus labios, Bellatrix se apartó formando una sonrisa cuando el ex-Slytherin rodó los ojos quedándose con los labios entreabiertos.

— Los besos cuando yo los pida, querido.

— Nunca los pides, Bella.

— No me hace falta tampoco— dio un paso hacia él mientras sus rizos como el carbón se deslizaban por su espalda-. Te tengo a mis pies, Rabastan— le dio un beso dejando al mortífago con ganas de más.

— ¿Bella? ¿Qué haces aquí?— sonrió de lado al escuchar el gruñido de Rabastan justo cuando iban a darse otro beso. Pero la suave voz de Narcissa les había interrumpido.

— No pareces contenta de verme, Cissy— sus ojos onyx brillaron con malicia al caer en Lucius Malfoy, quién estaba con su típica cara de amargado detrás de la rubia. Lo que Bellatrix no sabía es que esa cara cambiaba radicalmente cuando estaba con Narcissa. Y era un obsequio tan valioso que solo se lo dedicaba a ella—. Oh, ya veo que interrumpimos algo...

— Lo mismo podría decir de vosotros, Bella— Narcissa respondió con voz firme, que se sintió demasiado extraña cuando abandonó su garganta.

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