|She is like the moonlight
caring but cold.
She is showing away,
but she still afraid.
Afraid of the darkness she become|
«Berenice Black no quería ir a la Luna, quería aprender a brillar en la oscuridad como ella»
»...
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«Ella sabía que todas las bibliotecas guardaban secretos, le parecía más que evidente. ¿Cómo un lugar que albergaba tantos relatos no ocultaría alguna aventura a los ojos más mundanos? Sin embargo la sensación de abrir los ojos por primera vez en mucho tiempo le sacudió acompañada por el sentimiento de ser tonta, cuando la más maravillosa historia que tenía como protagonista a una persona fascinante le fue revelada. O más bien, fue escuchada por la Ravenclaw.
Las altas paredes y amplias ventanas de la sala le servían como refugio varias noches, cuando sus huesos vibraban y se veía afectada por el insomnio de sus sombras. Un refugio que se había visto obligada a compartir desde hacía varias tardes cuando el sol caía con los Merodeadores, pero ella siempre se ocultaba entre la luz o simplemente ellos no la veían.
De forma rutinaria cerraba el libro que estuviese leyendo, terminaba de escribir en su pergamino y entonces se levantaba disfrutando del momento de volverse invisible y molestar a los amigos de su hermano, volcando algún tintero o fingiendo que Filch llegaba. Aquella noche en la que disfrutó del cuento estaba dispuesta a hacer lo mismo, pero sus cejas se fruncieron cuando vio cómo Sirius acorralaba al chico Lupin, cómo James y Peter se cruzaban de brazos y este último miraba con miedo a través de la ventana.
Berenice acompañó a su mirada encontrándose con una bella luna que en pocos días alcanzaría su fase llena, lo sentía en sus huesos y en la pálida luz que viajaba por sus venas.
—. Lo sabemos, Remus. Y antes de comenzar, quiero decir que me siento ofendido, amigo— Sirius replicó apartándose y dejando a su hermana (inconscientemente) una perfecta vista de la palidez del amante de los chocolates y de su temblor.
—. ¿Qué sabéis?
—. Qué los motivos de tus ausencias mensuales eran falsos— contestó James, con una pequeña sonrisa—. Y que tienes complejo de monstruo.
A sus cortos doce años, Berenice Black siempre había pensado que las personas guardaban secretos en sus ojos y en aquel momento podría jurar como las palabras de James actuaron como llave y abrieron la cerradura de la mirada miel del castaño; dejando salir a todos los miedos, inseguridades y pesadillas de Remus que tiñeron de oscuro su mirada. El chico se encogió comenzando a aumentar el ritmo de su respiración y los latidos de su corazón.
—. Eres un hombre lobo, Rem— Sirius habló tras haber compartido una mirada con sus amigos, una sonrisa decoraba sus labios y su mano se apoyó amigablemente en el hombro del chico.