|She is like the moonlight
caring but cold.
She is showing away,
but she still afraid.
Afraid of the darkness she become|
«Berenice Black no quería ir a la Luna, quería aprender a brillar en la oscuridad como ella»
»...
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Narcissa Black se sentía una total traidora, ¿pero a quién estaba traicionando? Mejor dicho. ¿A quién no lo estaba haciendo?
— La tía Walburga me escribió, por fin le dará su merecido al estúpido arrogante de Sirius. ¡Y le entregará a Berenice al Señor Tenebroso! ¿No es fantástico?— Cissy sintió un escalofrío al ver el deje de locura en los ojos negros como el carbón de su hermana mayor, Bellatrix.
¿Estaba mal si ella no lo veía fantástico? ¿Estaba mal si ella solo quería abrazar a Andromeda y decirle que estaba feliz por ella? Al parecer, sí. Estaba fatal, tanto que podía suponerle la muerte o la tortura. ¿En qué tiempos de locos estaban, que no podía alegrarse por el amor de su propia hermana?
Odiaba a Sirius, odiaba a su primo porque él la odiaba a ella sin motivo aparente. «Eres débil, Cissy» «Una cobarde que solo quiere el dinero de los Black, estás condenada a una vida sin amor verdadero. Porque el mío, lo has perdido» vale, era cierto que no se atrevía a decirle a su madre que apoyaba a Andromeda, que no quería servir al señor Tenebroso. Pero eso no quitaba el hecho de que hubo una época donde solo se tenían Sirius y ella. Pero Narcissa lo fastidió todo. Recordaba, recordaba como Sirius la había mirado suplicándole apoyo cuando Walburga lo humilló delante de toda la familia en el verano del primer curso. Recordaba como ella había pronunciado «Es la decepción de la familia, no se merece tener a nadie» cuando le habían preguntado entre risas para mayor humillación del chico y cuando en verdad sabía que la decepción de la familia era ella. Recordaba salir a jugar al jardín y ver a Sirius en la ventana, encerrado en su habitación por lo menos durante diez días, recordaba ver la traición en sus ojos plateados ahora vacíos. Tan vacíos como cada vez que se cruzaban en el castillo, él no sentía nada por ella, ni siquiera se merecía el odio por su parte.
Pero Sirius no era mejor que la Slytherin, era igual de cobarde porque no aceptaba que era un Slytherin, qué había pedido quedar en Gryffindor por desafiar a su familia y provocar el caos. Era un idiota arrogante. Pero era un idiota arrogante que echaba de menos. ¿Y que iba a pasar con Berenice? Su corazón se rompía imaginándosela en las sucias manos de Voldemort «porque sí, ella le llamaba Voldemort y cosas peores en su cabeza» no podían hacerle daño, no quería verla sufrir. Igual que al pequeño Regulus, ninguno se merecía aquello. Ella había decidido cuando traicionó a Sirius, ellos nunca deberían de ser obligados a hacerlo.
— ¿Me estás escuchando, Cissy? Estás tan perdida como cuando Malfoy pasa cerca tuya.
Las mejillas de Narcissa se enrojecieron y lo hicieron aún más al ver como Severus levantaba las comisuras de la boca levemente, como Lucius hacía lo mismo.