19: Reflejos no tan verdaderos

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chapter 19: El de un espejo y varias bestias

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El hombre sonrió con burla cuando desvió con facilidad el hechizo de su hermana mayor, deleitándose con la rabia que emanaba de todo su cuerpo y con el odio profundo que sus ojos no se molestaban en esconder.
Walburga Black volvió a gritar logrando que todas las bombillas de la habitación explotasen, atacando a su hermano con ferocidad y letalidad a pesar de que sus esfuerzos caían en saco roto.

—. ¡Cómo has podido!— reclamó la mujer disfrutando al ver el hilo de sangre en los labios de su oponente provocado por un maleficio—. ¡Ella no podía saber la leyenda! ¡NO! Lo has complicado todo.

Cygnus alzó la ceja en respuesta, sin borrar su sonrisa que tenía un gran parecido a la de su sobrino Sirius—. Deberías de conocer a tu propia hija, Berenice es peligrosamente inteligente— replicó—. Hay belleza en el cambio— recitó—. Ella encontró las respuestas que ansiaba en aquella historia barata, es importante que crea que va un paso por delante de nosotros, hermana.

—. Eso no funcionará.

—. Así no es el plan del Señor Tenebroso, Cygnus— contestó Walburga haciendo caso omiso a las palabras de Alphard, el cual estaba sentado en una cómoda silla sin acabar de creerse de que estaba obligado a formar parte de aquello—. Y a él no le gustan los cambios. No sabes lo que has provocado.

—. Me duele que dudes de mi juicio, querida. Únicamente he provocado que tu hija tarde más en descubrir el auténtico legado de los Black— comentó, haciendo bailar su vino en la copa y apreciando su sabor al llevárselo a los labios—. Y creo que a nuestro señor le gustará saber eso. Berenice es demasiado pequeña para tener un papel importante en las tinieblas, y estoy seguro de que todos sabemos que ella dejará de buscar la luz si eso significa quitársela a sus seres queridos.

—. Eres un ser despreciable— murmuró la mujer halagándole y volviendo sus ojos vacíos a Alphard—. Lo has hecho ¿no?

Él asintió a la vez que sus facciones se ensombrecieron—. Sí, ya me he encargado de que encuentre el maldito espejo— contestó con el corazón roto al pensar en el acto que estaba por cometer.

Walburga y Cygnus alzaron su copa, iniciando un brindis al que su hermano no tuvo más remedio que unirse sintiendo en sus cansados huesos la tensión del cristal—. Fabuloso... alegra esa cara, Alphard. Tras tantos años deberías de sentirte orgulloso de conocer el valor de tu vida— siseó la madre de la Ravenclaw volviendo a mostrar la carta de la amenaza—. Y lo fácil que es perderla.

Y entonces las copas estallaron.

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