15: La luna como enemigo común

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chapter 15: en donde a ninguno le cae bien la luna

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                       «Sus huesos vibraban dándole la sensación de estar astillándose, su piel brillaba con un tono distinto y sus venas eran la carretera del viaje que la luz de la luna realizaba para combatir contra las sombras.
Sin embargo a pesar del dolor se sentía poderosa, la magia fluía a través de ella llegando hasta la punta de sus dedos y en sus ojos las estrellas se veían reflejadas.
Su mirada perla estaba fija en la bóveda del techo de la enfermería y sus dedos apretaban la manta con fuerza, no podría estar mucho más tiempo ahí.

—. Duérmete, Bernie. Mañana nos dan las vacaciones, esta noche se va a pasar rápido— murmuró Regulus, cuya atención estaba puesta en la taza con la que jugueteaba y que previamente había rebosado con chocolate caliente. Su hermano destilaba sueño con sus manos restregándose en sus ojos, pequeños bostezos asemejados a los rugidos de un león y su pijama mal puesto.

—. Vete a tu sala común, Regulus— le respondió, dándose la vuelta y mirándolo. Observando cómo el chico paseaba su mirada de la taza al pergamino que estaba redactando y finalmente acababa en ella—. Tienes que descansar, Guly.

Los ojos grises de Regulus miraron por la ventana, con temor al ver que la luna estaba llegando a su momento de mayor esplendor. Entonces cogió la mano de su melliza, preparado para distraerle o contener su dolor—. ¡Es navidad, Bee! Tengo muchas ganas de pasear por las calles de Londres y visitar el mercadillo navideño.

Una leve sonrisa se formó en los labios de Berenice—. Estás describiendo una navidad muggle, Reg. ¿Qué dirían nuestros padres?

Él le dio un golpe juguetón en el hombro, decidiendo entonces reposar su cabeza en la camilla y juguetear con sus dedos—. Cállate, tonta. No solo los Muggles—pronunció con desprecio—. Pueden tener la suerte de disfrutar la navidad ¿no?

Berenice sonrió en respuesta, sin embargo su sonrisa se vio borrada por las ramificaciones oscuras que comenzaron a trazarse en sus brazos, rodeando su cuello y apresándola en el dolor más angustioso. Su vista se nubló viendo solo la mancha blanquecina que supuestamente era la Luna, y un jadeo se escapó de sus labios.

—. Me duele, Reggie— gimoteó cerrando los ojos. Su cuerpo estaba empapado en sudor y cada parte le dolía.

Regulus tuvo que soltarla, sabiendo que el poder de su hermana podría acabar con él si estaban en contacto. Pero prefería sufrir ese dolor que el de ver cómo lloraba sola y él era incapaz de ayudarle. Por eso su mano se detuvo a centímetros cuando un agarre en el hombro lo hizo para atrás, se giró confuso y aterrado, encontrándose con la mirada oscura de un chico que si bien le sonaba, no conocía.

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