Una segunda oportunidad

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Hinata se llevó las manos a la boca para callar su sollozo, su cuerpo volvió a temblar lleno de ese terror que no la abandonaba. Miró aquella habitación que había sido suya desde hace cuatro años y por primera vez la sintió ajena, distante, vacía.

El labio carnoso inferior le tembló, sus mejillas húmedas y su nariz roja eran indicador del tiempo de su llanto. Había cosas que le costaba creer, pero no podía seguir concibiendo su inminente divorcio, tenía veinticinco años, cuatro de casada y un manojo de trozos de su corazón, ¿a quién debía culpar? ¿Acaso existía un culpable?

No era su manera de actuar pero necesitaba disipar todos los fantasmas, entender en qué momento todo fue mal.

Un gemido volvió a salir de su garganta, la enorme cama cubierta de sábanas oscuras que podía observar al estar hincada sobre sus piernas frente a la piecera, en el duro suelo le traía tantos recuerdos, tantas noches placenteras.

No podría contar las infinidad de veces que se volvieron uno, estar rodeada por esos fuertes brazos, la enorme cantidad de besos y caricias que recibió de aquel hombre frío, se sintió querida, cuidada; pero fue algo que deseó creer, nunca fue verdad.

Las mesas de noche a ambos lados, el piso y paredes de madera, incluso la luz de la luna que se colaba por la ventana a su lado izquierdo; por donde viese había un recuerdo ¿cómo iba a poder sobrevivir sin eso?

Sus dientes castañearon, su cuerpo volvió a temblar solo de imaginar el desolador futuro que le esperaba, sus lágrimas volvieron a brotar recordando las crueles palabras...

-Basta ya Hinata, pides cosas estúpidas. Si tanto lo anhelas será mejor que nos divorciemos. Me casé contigo porque pensé que compartíamos el mismo rumbo"

-Si, pero...—Ella guardó silencio, confesarle que sus largas ausencias y el desarrollo de sus amigos la habían hecho cambiar de opinión, la avergonzó— ¿por qué no quieres tener un hijo conmigo? ¿Qué tiene de malo? Tenemos veinticinco años, creo es el tiempo adecuado.

-Bastante carga eres tú...

Hinata limpió sus lágrimas tratando de alejar el recuerdo, incapaz de seguir con la reprimenda emocional que conllevaba.

¿Qué esperaba? Él nunca la había amado, la había deseado sí, pero ¿amado?

Ella fue la única que se enamoró, habías tantas razones para hacerlo y también para no haberlo hecho, ¿pero cuándo la razón fue demasiado fuerte para tomar decisiones?

Estaba consciente que él quiso poner fin a los sueños de Sakura, por eso la eligió, en ese tiempo, un año después de que Naruto terminara su relación aceptando que se había confundido con su incondicional amor pero que era incapaz de corresponderle de la misma manera, no había nada que perder, el plan sonaba bien:

-"¿No sería lo adecuado? ¿Tu padre, tu clan no vería con buenos ojos que te relacionaras conmigo? Todos ganaríamos aquí, tú me ayudas a quitarme a Sakura y yo te ayudo a salir de la opresión de tu clan. Piénsalo Hyuga, podríamos hacer misiones juntos, te ayudaría a mejorar como kunoichi y sin necesidad de un absurdo sentimiento que nos ate"

Había sonado bien, se habían casado apenas tres meses después, una boda precipitada y dejando a muchos sorprendidos con varias teorías en mente, pero nadie pudo adivinar con certeza que se escondía bajo esa unión...

El que era aún su marido se había equivocado, ella misma se había engañado ¿cómo osó creer que sería capaz de convivir con él sin enamorarse? ¿Acaso no se conocía lo suficiente para captar que terminaría creando lazos con su esposo? ¿Con esa persona con la que dormía?

ONESHOTS (SASUHINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora