ENEMIGO EN CASA

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Era una mañana lluviosa, el clima de otoño hacía lo suyo y comenzaba a bajar la temperatura, y las hojas de los árboles se teñían amarillentas y cafés. En la oficina de vicepresidencia faltaba el aire, era una sensación que comenzaba a asfixiarlo, el lugar era grande y bien ventilado, aun así, la sensación era la misma.

Un gran ventanal permitía una vista única de la ciudad, la decoración elegante e impersonal, aumentaba su desesperación.

Sasuke, aquel hombre de treinta y dos años, el segundo hijo de Fugaku Uchiha, un banquero importante y reconocido mundialmente, ya no podía seguir ocultando su verdadero estado: derrotado y sumamente nervioso.

Era cierto que el traje inmaculado e incluso el cuidado personal no lo habían abandonado, parte de la rutina y un poco de esperanza, quizá. Se pasó los dedos por la rebelde cabellera azabache y casi sintió que se le doblaban las rodillas, se obligó a cerrar los ojos y hacer ejercicios de respiración.

Unos leves toques en la puerta lo hicieron obligarse a despejarse, debió indicar que podían entrar porque las grandes puertas se abrieron. No se giró, se llevó las manos a los bolsillos y se dedicó a observar por la ciudad, tratando de recuperar un semblante tranquilo que pudiese mostrar.

-Sasuke—La voz de Itachi lo hizo apretar la mandíbula—He pensado que tal vez te vendría bien asistir a la reunión de Nueva York.

Por fin se giró a ver a su hermano mayor y presidente de la compañía. La mirada filosa debió responder, ya que Itachi avergonzado bajó la mirada.

- Lo siento, qué insensible de mi parte. Es solo que empiezo a notar que. ¿Realmente te importa el paradero de esa chiquilla?

Sasuke sintió surgir la rabia contenida, aún así logró controlarse para dar una respuesta seca, manteniendo otra vez las emociones que querían brotar de su interior:

-¿Por qué no habría de hacerlo, es mi esposa?

Itachi entrecerró los ojos seguramente analizando su postura. A Sasuke ya no le importo, a pesar de ser hermanos, la rivalidad los había separado. O quizá fue sus propios celos, el no poder nunca llenar los espacios vacíos y los grandes estándares que dejaba Itachi a su paso. Para Fugaku, él, Sasuke, siempre fue un fracasado a comparación de Itachi. Al final eso marcó una diferencia que terminó haciéndolos casi un par de extraños.

-Pero fue un matrimonio de conveniencia—Insistió Itachi, como si eso explicara su postura incrédula.

Sasuke endureció aún más su mirada, mientras el otro comenzó a entrecerrarla.

-¿Realmente te importa?—Cuestionó incrédulo, casi divertido.

Sasuke se obligó a mantener la compostura y se limitó a explicar superficialmente.

-Hinata solo tiene 20, no posee el carácter propio de los Hyugas. Debe estar asustada y ya ha pasado demasiado tiempo, ¿por qué no dan más señales de vida? ¿A qué esperan? ¿Qué está pasando?

-¿Asustada? –Itachi caminó hasta él y se puso a admirar el paisaje.—¿Te involucraste con ella?—Retó.

Sasuke intentó comprender su pregunta, pero al no hacerlo, decidió contar los detalles vanos.

-Nos hicieron comprometernos cuando Hinata apenas tenía dieciocho años y yo 30. Me casé cuando cumplió los 19, hemos vivido juntos durante más de un año. Tu pregunta es absurda, ¿no lo crees?

Itachi volvió a entrecerrar los ojos y dibujó una sonrisilla.

-Realmente no, no es demasiado tiempo... creí que la única que estaba embelesada era ella—Soltó con desdén.

ONESHOTS (SASUHINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora