Capítulo II: La bailarina

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Narra Alexa:

Las gotas de agua se van escurriendo por mi piel, mientras una toalla envuelve mi cuerpo.

Saqué la lencería negra del cajón junto a un vestido rojo a juego del pintalabios.

Una vez lista e ignorando a todos los presentes en mi casa, salí al puente donde solía ir para hacer mis graffitis.

Compré el spray en el bazar de siempre y llegué a el puente que estaba completamente abarrotado de mis dibujos. Cerré mis ojos y comencé a plasmarlos sobre el muro.

- Entonces eres tú quien se encarga de pintar esto. - Me giré, encontrándome con un policía con ojos verdes y fríos. Tenía gesto de arrogante y controlador en el sentido de querer llevarlo todo por delante.

- ¿Algún problema?- Contesté fríamente mientras volvía a mi dibujo.

- Eres la chica del café.

- No se de qué hablas.

- Camarera del Watts. Quien hace los bocadillos, que por cierto tienes buena mano.

- Ok -terminé mi dibujo y saqué un cigarro- ¿tienes fuego?

- Tener tengo, pero mi deber es cuidar a los ciudadanos y no dejaré que te mates con esa mierda.

Me acerqué bastante a él notando su nerviosismo e incomprensión, colé la mano en el bolsillo trasero de su pantalón sacando el mechero y encendiendo el cigarro con una sonrisa burlona.

- También sería tu deber saberte defender de un ladrón por muy bello que sea. Aunque está claro que conmigo es imposible, demasiado irresistible. -Llevé el cigarro a mis labios de nuevo y guiñé el ojo.

- No pareces la chica del café.

- Ni tú un policía responsable.- Me  senté en el puente con las piernas colgando al vacío. Una vez el policía se fue indignado cogí el spray para seguir dibujando y antes de darme cuenta ya tenía sus ojos plasmados sobre el suelo.

- ¡Alex! -Me llamó un amigo al que siempre veía por esta zona.- Ya te extrañaba. -Rodeo mi cintura con sus brazos dejando un beso en la zona derecha de mi cuello.

- Sé que soy genial, es normal que me extrañes. -Me giro guiñándole el ojo y riendo.- ¿Trajiste la moto?

- Si y como veo tú trajiste tu ego.- Reí mientras él iba acercándome su moto para dejarme un hueco en la parte delantera como solía hacer. Subí dejando que sus brazos me rodearan para sostenerse.

Aceleré a máxima velocidad y la adrenalina me llenó por completo haciéndome sentir invencible, liberada de todos los problemas que me acechan.

Narra Marco:

- No puede ser, es el duodécimo asesinato en el último año. - Llevé mis manos a la nuca en señal de frustración.- ¿De qué color es el antifaz está vez? -Pregunté de mala manera. Tenía que resolver ese misterio antes de que murieran más civiles.

- Burdeo teniente.

La asesina estaba jugando con nosotros, un asesinato y un antifaz distinto. Pero aún más sorprendente que nunca deja huellas, lo que nos lleva a pensar que es experta en el mundo de los crímenes y tal vez incluso sea de una mafia. ¿Pero qué mafia? Ninguno tenía nada en común, solo cinco de ellos tenían denuncias previas por maltrato.
Tal vez tenga algo que ver con eso pero ¿y los otros?. Revisé cada informe una y otra vez esperando encontrar el más mínimo atisbo de una pista, o algo que se me haya escapado estos días atrás, pero nada.

La luna ya se dejaba ver mientras mi amigo insistía en ir a un pub. Parece ser que actuaba casi cada mes, una famosa bailarina que sin mostrar apenas nada dejaba embobados a todas las personas. Y aunque no tenía ganas de ir me acabó convenciendo, decía que últimamente el trabajo me tenía absorto, yo solo me tomaría una copa y estaría con el móvil, punto.

Llegamos al pub y nunca lo había visto tan lleno, veremos a ver si no tenía que ejercer mi profesión también allí por una disputa. De pronto el silencio llenó la sala y puedo asegurar que nunca los había escuchado tan callados.

Empezó la música y entró la famosa bailarina con un vestido negro que aunque era recatado la hacía lucir bastante bien, la verdad. Llevaba un antifaz plateado a juego, ¡lo que hacía falta, más antifaces! Sus ojos se encontraron con los míos unos segundos, me sonaba esa intensa mirada y esos ojos color grises. Aunque de lejos tampoco es que los viera muy bien. Movía su cuerpo a ritmo de la música con una elegancia increíblemente sensual.

Bebí un sorbo a mi copa y decidí salir de allí, era una perdida de tiempo malgastar mi noche allí. Pudiendo estar investigando el caso del último asesinato que se había cometido al medio día. Pero había algo, una atracción, como una onda invisible que me atrapaba con cada movimiento que la bailarina hacía.

Despegué con sobreesfuerzo mi mirada de sus curvas, de sus ojos, de ella. Y salí de allí.

El Antifaz [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora