Capítulo XVII: Descubriendo la verdad

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Narra Alexa:

Salí en busca de Íñigo, tenía muchas dudas y era quien mejor podría ayudarme.
Él y yo nos conocemos desde chicos, siempre fuimos mejores amigos aunque según algunos parecemos algo más que eso, bobadas.

Llevé mis auriculares a mi oído escuchando la nueva canción de Camila Cabello, una referente de la música sin duda alguna.

Por el camino recuerdos de la noche anterior invadieron mi mente, pero un leve agitamiento de cabeza hizo que desaparecieran tan rápido como vinieron. Me concentré en que canciones pondría hoy en la actuación, miré mi lista y antes de darme cuenta me encontraba enfrente de la astillosa puerta de Íñigo.

Aún me pregunto cómo puede seguir viviendo aquí, pero asegura que sus padres no lo quieren y el dinero que obtiene en el taller solo da para esa casucha húmeda, y mohosa.

Lo cierto es que lo entiendo, en ocasiones cualquier cosa puede llegar a ser mejor que estar en una casa donde no te quieren, en la que te sientas un estorbo. Por eso él y yo teníamos tanta complicidad tal vez, bastaba una mirada para decírnoslo todo.

Toqué la puerta que soltó un crujido, y se abrió.

- ¿Íñigo?- Pregunté entrando.

- Ven a mi cuarto. -Escuché su voz adormilada, entrando en su cuarto de paredes coloridas como si el mismísimo arcoiris se hubiera colado en la estancia. Pero con letras tenebrosas de canciones.

- ¿Aún en la cama? Son la 1 de la tarde amiguito. -Le  dije sentándome junto a él en la cama.

- Es que no me apetecía moverme, ¿Que te pasa? -Se sentó también dejando su torso desnudo al descubierto y llevando una mano a mi pómulo el que acarició con delicadeza. Trató de consolarme como siempre hacía.
Siempre conseguía devolverme la calma, despegar mis tormentas con su roce.

- Vago -Semi reí- Me han echado de casa.

- ¿Cómo es que no viniste aquí enseguida? - Me preguntó algo enfadado por no haber ido hasta ahora.

- Quise ponerles una denuncia, pero me acobardé al final...-suspiré- Marco me ofreció dormir en su casa.

- ¿Qué el policía hizo qué? -Alzó una ceja.

- Tranquilo, solo dormí allí antes de venir aquí. - sonreí-

- Te gusta -Me miró de forma intimidante afirmando más que preguntando.

- ¿Y si me gustará? ¿Qué pasa? -Le pregunté ya algo incómoda por el rumbo que estaba llevando la conversación.

- Alexa es policía, lo vuestro no tendría futuro y lo sabes....-acarició mis nudillos mirándome fijamente.

- Ya, por eso es una suerte que solo me parezca atractivo. -sonreí poniendo los ojos en blanco.

- ¿Ahora que harás? ¿Dormirás con él todos los días? -Contestó con un tono algo irónico. Nunca lo había visto así y lo cierto es que me molestaba.

- Ahora mismo estás provocando que te dé un puñetazo. Haré lo que me da la gana ¿entiendes?

- No, la que no lo entiendes eres tú. Y lo que menos comprendo es porqué tus padres aún no te lo han dicho. -Pasó las manos por su pelo frustrado paseando de arriba a bajo la habitación.

- ¿Decirme qué?-alcé una ceja- ¿Que me odian? Porque ya lo sé.

- No es eso, tienes algo así como una hermana. -Soltó del golpe mirándome fijamente.

- ¿Que yo tengo qué? -reí- ¿Que tomaste anoche? Sí tuviera una hermana la habría visto.

- No si esa hermana, forma parte de tí. -reí sarcásticamente y puse mi mano en su cabeza para comprobar si tenía fiebre. - ¿Cuántas veces te han pasado cosas que no sabes cuándo te hiciste? La escayola del brazo, nunca entendiste cuando te lo fracturaste, el dibujo del otro día en el puente. No recordabas haberlo hecho, pero lo hiciste tú en tu otra personalidad digamos.  Desde pequeño, os conozco a ti y a Yara, solo que con ella nunca me atreví a hablar. Alexa, sufres el trastorno de identidad disociativo. Por eso tus padres sienten que molestas, y quieren que Yara vuelva. Pero créeme a ella le encantaría conocerte. - Lo miré alucinada, no sé si es que tiene mucha imaginación o qué le pasa. Pero algo de mí encuentra el sentido a todo esto, yo siempre dejo mis zapatillas por ahí tiradas, pero cuando me despierto a veces las encuentro juntas al lado de mi cama.
Mi armario ordenado, cuando yo lo dejo todo tirado. Mis notas de nueve cuando ni siquiera he abierto un libro en lo que lleva de curso. Por eso tengo la sensación de que vivo muy pocos días cuando supuestamente son 365 al año. No sabía que me dolía más, sí que esto fuera verdad o que hasta mi mejor amigo me lo hubiese ocultado tanto tiempo. Salí corriendo de allí, él me siguió gritando mi nombre. Aceleré aún más y fue cuando llegué al puente, admiré cada uno de mis dibujos.

Y entonces lo entendí.

El Antifaz [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora