Capítulo III: La chica del Café

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Narra Yara:

El timbre sonó alertando del final del examen, y a mí aún me quedaba una última pregunta que rellenar.

Esperaba que el profesor empezará por la otra fila para así poder aprovechar aunque sea los últimos segundos para hacerla y no quedaría en blanco la hoja ya que sabía cómo contestarla. El corazón me latía a mil y cuando los pasos del profesor llegaron a mi mesa escribí el último punto junto a los jeroglíficos que pude plasmar en esos segundos.

Recogí mis cosas enseguida y aliviada llegué al pasillo corriendo, como siempre para llegar a tiempo a mi puesto de trabajo. Pero por el camino mi mochila se resbaló un poco de los hombros rozándome justo en la herida que esta mañana me encontré.

Un gemido de dolor se escapó de mis labios, justo cuando Logan y Diana venían a mi encuentro.

- ¿Qué tal el examen boluda? - preguntó marcando el acento que desde luego no es el suyo.

- Bien, aunque la última actividad no estoy del todo segura porque la hice rápido.- Agaché la mirada.

- ¡Venga ya Yara vas a aprobar!!! Eso es lo más importante. Y además seguro que con notazas como siempre.

- Es solo un ejercicio lo que tienes duda. -Dijo Logan echándose su flequillo castaño para atrás y cogiéndome por los hombros.

Caminamos los tres juntos hacia la salida donde a cada uno le esperaban sus parejas. Al parecer tenían cita doble mientras yo tenía una cita con mi bocadillo de jamón y mi trabajo.

Eché a correr como loca para llegar a tiempo, cuando sin darme cuenta me caí por culpa de un pie desconocido, tirando así mi mochila encima de este.

- Yo.. lo siento. -Respondí agitada por la carrera mientras recogía la mochila de su pierna. Fue entonces cuando vi al policía de siempre con sus amigos.

-No pasa nada chica de los graffitis. ¿Cuando me piensas devolver el mechero?

-¿Qué?- Le miré extrañada sin entenderle.

- ¿No te acuerdas?- Preguntó alzando una ceja.- O no te quieres acordar.- esto último fue más una afirmación que una pregunta. A lo que yo solo lo miré raro. No tenía ni la más remota idea de lo que hablaba.

- Bueno, tengo que ir a trabajar. Nos vemos. -cogí mi mochila que la tenía el sujetada con su mano y traté de huir de esa situación incómoda. Seguro que estaría roja, y no entendía de lo que me hablaba.

- Espera, nosotros también vamos.-Respondió uno de lindo hoyuelos. - Te acompañamos.

Y así fue como entré en el bar, bajo la atenta mirada de Viviana, mi jefa que de seguro me regañaría por llegar tarde. Pero con esa escolta tras de mí, no se atrevió a decirme nada.

Cogí mi delantal y me pasé el día trabajando. Hasta llegaron las ocho de la tarde, apurada cogí de nuevo mis cosas. Llegué al metro justo a tiempo y me encontré a un chico que me miraba bastante raro. Iba vestido entero de negro y el pelo era de color azul teñido. En un momento se acercó a mi.

- Soy Íñigo.- Respondió tendiéndome la mano. Y lo cierto es que algo dentro de mí me decía que lo conocía de antes. Pero no conseguía saber de qué.

El Antifaz [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora