Capítulo IV: Detenida

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Narra Alexa:

La música acompañada de gritos, chirriantes vasos arrastrados por la barra, los deslumbrantes focos y en el centro de ese caos me encontraba yo.

Pisando con seguridad y arrogancia el escenario que temblaba a mi paso con mis tacones y el antifaz que adornaba mi rostro dejándome parecer misteriosa.

Mis movimientos se moldeaban a ritmo de la música y todo pasaba a un segundo plano. Como si solo fuéramos la música y yo.

Por desgracia todo se acaba cuando se para la música, y eso ocurrió. De pronto "bajé a la tierra" y junto a la música mi burbuja se rompió dejándome indefensa al ambiente. Aunque los aplausos reconfortadores seguían aumentando mi autoestima.

- Bien hecho, como siempre. - Susurró Íñigo cuando llegué a su lado.

- Gracias -sonreí y fui a cambiarme por mi chaqueta de cuero negra y mis pantalones encerados a juego.

- Vayamonos. -Dijé una vez salí. Nos encaminamos hacia su moto y como siempre fuimos a nuestro puente para terminar de decorarlo y colarnos luego en la parte más alta del mirador. Donde mejor se veía la ciudad.

En efecto me subí a la moto aunque esta vez yo iba detrás de él y cumplimos nuestro propósito. Llegaron las 23:50, ansiosos esperamos a que el señor de la limpieza fuera a tirar la basura, para así poder colarnos.

Llegó el momento, y corrimos apresurados hasta la parte superior para poder subirnos a la terraza.

Pero al llegar nos encontramos con la jefa del edificio quien enseguida llamó a la policía. Eso no nos había pasado antes. Aunque temía más por mi amigo que por mí, a mis padres no les importaba demasiado mi vida así que tampoco me iban a decir nada.

Apareció de pronto el chico de la última vez aunque tenía los ojos cansados con dos pequeñas bolsas azules debajo de esas esmeraldas verdes.

- Esto es allanamiento de propiedad privada ¿lo sabéis? - Respondió sin mucho interés y escribiendo algo en un folio.

- Fue mi culpa, lo obligué a subir diciéndole que mi casa estaba aquí. Ya sabe quería hacer novillos. -Traté de hacer que no involucraran a Íñigo.

- Están ambos retenidos.

- Oh venga ya, ¿es que usted nunca ha querido impresionar a su chica?- Y al no ver ningún cambio en su actitud no pude evitar añadir.- Ah bueno es que estás demasiado amargado como para tener novia.

Se limitó a mirarme de forma severa.

- Usted -dijo a mi amigo- Puede irse. - Luego dirigió su mirada en mí.- Vamos a comisaría. -Sentenció, Íñigo me miró tratando de decirme que no lo hiciera. Pero le aparté la mirada y dejé que el policía me pusiera las esposas, llevando mis manos a mi espalda.

- Wow ¿en serio? Tan peligrosa soy para que me pongan esposas.- Reí divertida, cosa que al parecer molestó al teniente. - Siempre quise que me pusieran una de estas, ya sabe en los trucos de magia se utilizan mucho. Sería guay ver su cara al poder quitármelas sola ¿No cree? -Le guiñe el ojo, caminando hacia delante.

- Baja a la realidad querida. No voy a dejar que te escapes.

-Me siento malvada.- Al llegar al coche me subí al capó poniendo las manos unidas en él y pegando un pequeño brinco.

- Bájate del coche.

- ¿Y si no lo hago? ¿Me multará también por eso? -Me mordí el labio aguantando una risa que amenazaba con salir. Pero acabe bajándome y subiendo al asiento del copiloto.

El Antifaz [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora