*Sidney P.O.V*
Me fui de allí furiosa, primero los rehenes y después este imbécil, de verdad no se que se creía pero un dia le iba a meter un tiro en la sien. Me metí en uno de los baños, y de un golpe rompí el espejo, haciendo que mi mano se cortase y acabara derramando demasiada sangre.
—¿Estas loca? —Dijo Cairo cuando entró. —Déjame. —Hizo un gesto para limpiarme.
—No. Puedo sola. —El suspiró, se bajó la cremallera del mono y de ahí sacó un montón de billetes de cincuenta euros. —¿Que es eso?
—Cuatrocientos sesenta mil euros. Un pellizquito por si nos trincan, para empezar de cero tu y yo cuando salgamos del trullo. —Sonrió. De repente se puso a golpear la pared en busca de un hueco, y en la baldosa que había pintado la puerta aquella vez sonó hueco. —Lo guardaré aqui, en nuestra baldosa. Lo abro con una radial, lo sello y listo, y en unos años lo abrimos y nos compramos un piso en La Manga.
—Eso si todavía existe el euro ¿No? —Reí.
—Coño es verdad. —Me puse de rodillas frente a él, le agarré del pelo y le miré sonriendo.
—Escuchame.
—No, no vayas a empezar con la mierda de que me quieres dejar. Coño, espérate a que nos detengan y ya me dejas con una cartita o algo. —Le besé y así se calló.
—Escucha. —El asintió. —Las cosas se van a poner muy feas, y yo no soy de quedarme quieta. Soy mas de liarme a tiros.
—Lo sé. —Soltamos una risa floja.
—Pero sé que tú no. Tengo que pedirte un favor. —Le agarré más fuerte. —Cuando comience la jarana tienes que entregarte, te haces con una bandera blanca y te entregas, eso te servirá de atenuante cuando se compliquen las cosas. —El comenzó a negar con la cabeza.
—Cuando se compliquen las cosas yo estaré contigo, y cuando comience la jarana, yo estaré contigo, a tumba abierta. —Nos besamos. —Y te digo una cosa, yo solo saco la bandera blanca cuando gana el Madrid.
Los ojos se me comenzaron a cristalizar, y no me importaba que el me viese asi, me daba totalmente igual. Le miré a los ojos y con las yemas de sus dedos me los limpió un poco.
—Está bien. —Sonreí de lado.
—¿Follamos un poco? —Dijo riendo. Yo le miré y sacudí la cabeza. —Vale no es el momento… ¿Jarana entonces?
—Jarana.
Así sin decir nada, lo supimos todo. Y comenzaba dar el paso a la acción. Fuimos a la habitación donde estaban los rehenes cómplices, algunos se alteraron pero solamente fuimos a por la televisión. Parecerá estúpido, pero ante el ansia por saber que ocurre fuera esa fue la única idea que se nos ocurrió.
—Eh eh. —Dijo Moscú acercándose debido al ruido. —¿Que pasa?
—Pasa que esto ya es muy raro. —Dije con una voz serena. —Y que aquí no llama nadie, así que si van a entrar a acribillarnos a balazos, que al menos nos enteremos por la tele ¿No? —Le contesté y salí detrás de Cairo que iba con la tele.
—Venga dale al mando. —Dijo Cairo con la televisión ya enganchada.
Todos vinieron, excepto Berlín, que tardó unos minutos, y al encender la televisión, en el primer canal salió la casa de Toledo, estaba llena de policías, el equipo de investigación y la prensa. Pero entre medias de aquella gente, en medio de la puerta estaba el profesor, atemorizada miré a mis compañeros, esto era un momento de tensión, seguramente ya sabían que el era el que ideó el plan.
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La Casa de Papel || Sidney
AksiA C A B A D A. El mayor atraco de la historia en el que hay que cumplir tan solo tres normas; nada de nombres, nada de preguntas personales y nada de relaciones personales. Aunque todo el mundo sabe que las normas están para romperse, ¿o no es así? ...