Lo recuerdo perfectamente, fue un 25 de marzo, la última vez que supe de él, la ultima vez que hablamos.
Fue el día en el que rompió aun más mi corazón (si es que eso es posible), fue el día que me destrozó.
No supe mas de él después de ese día, no volví a escuchar su nombre y mucho menos a ver su rostro, no volví a recibir un mensaje o una llamada de su parte y tanto que anhelaba oír su voz, anhelaba un abrazo suyo pero no lo iba a tener. En esos días me hizo falta, más que nunca. Me hacía falta su risa, sus chistes malos, sus celos y su promesa de que todo estaría bien. Simplemente me hacía falta. Con los días descubrí que me sentía vacía, me sentía sola, estaba sola, lo extrañaba demasiado sobre todo porque fue el único que llegó a entenderme, fue una de las pocas personas a las que llegué a querer de verdad.
No entendí el porqué no llegó un solo mensaje de su parte y aun no lo entiendo porque el juró que me quería.
Me sentía tan mal, sentía un vacío inexplicable sentía que con su partida se había llevado una parte fundamental de mí. Solo quería que volviera, que volviera a hacerme reír, que volviéramos a hablar todos los días, como si nada hubiese pasado, solo quería que volviera a hacerme feliz, pero eso no sucedió.
Solo quería un mensaje, una llamada, cualquier cosa, pero quería saber de él, quería que me dijera que me extrañaba, que él también sentía ese vacío inexplicable, que aun me quería, que aun quería que formara parte de su vida, que a él también se le hacían las noches largas.
Quería llamarlo cuando me sentía mal y que me dijera que todo estaría bien, que él iba a estar conmigo en las buenas y en las malas. Ya no tenía a mi fiel compañero, a mi confidente, ya no tenía quién me consolara por las noches ni quien hablara conmigo hasta la madrugada, ya no tenía con quién pelear ni con quién morirme de la risa. De la noche a la mañana todo cambió.
Solo quería verlo y decirle todo, como me sentía, que me hacía falta, que lo extrañaba demasiado, pero eso no pasaría.
Por las noches recordaba sus llamadas, sus mensajes, que a pesar de haberlos eliminado aun recordaba exactamente lo que decían. Recordaba cuando me llamaba y de la nada me decida Te Quiero, recordaba que me quedaba callada con el corazón a mil por hora, recordaba su risa cuando yo hacía un comentario sarcástico, sus celos cuando le decía que hablaba con un amigo y la risa que me daba, recordaba cuando me contaba sus chistes malos para intentar hacerme reír cuando me sentía mal y eran tan malos que al final me reía de lo ridículo que era, recordaba esos mensajes cursis que aveces me hacían reír, recordaba nuestras peleas absurdas que siempre terminaban cuando me decía algo lindo, recordaba cuando me daba la razón así no la tuviese, recordaba todo y eso me hacía extrañarlo aun más. No lo valoré lo suficiente, no pensé que lo perdería.
Nunca me animé a escribirle por miedo, miedo a no recibir una respuesta de su parte, porque eso significaría que ya me había superado, que ya le daba igual y estaba segura de que no iba a poder con ese dolor tan grande, nunca le escribí pero, ganas no me faltaron.
Hablábamos todos los días y eso fue lo que mas me afectó, aveces se pierde sin siquiera tener.
Ahora somos simples desconocidos que se conocen jodidamente bien.
ESTÁS LEYENDO
History
Historia CortaDespués de tantas despedidas esta vez no me deprimí, quizás fue por la costumbre de terminar y volver y ahí me di cuenta de que lo nuestro no estaba bien. Después de tantas despedidas él no volvió y yo no estaba dispuesta a volver.