Dear Prudence sonaba con la lluvia el día que Matías me habló de unas letras que alguien había dejado en la pared de la vieja casa de Doña Carmen. Yo escuchaba con los auriculares para darle al día horrible un poco de color.
Doña Carmen no había sido muy querida por casi nadie. Mujer seria, aspecto de general, malhumorada casi siempre y rodeada de un par de perros que tampoco se ganaban el cariño del barrio. Un marido desconocido y un hijo que hacía bastante había partido formaban parte del misterio de la vieja Carmen. Odiada o ignorada, la vieja tenía algo que nadie le discutía: Un jardín hermoso que relucía todos los días en el frente de su casa. Lo cuidaba como si fuese parte de su propio cuerpo o como si le debiera algo. Mi padre me había comentado una vez que tenía la teoría de que la vieja Carmen había enterrado a su marido en el jardín, que por eso lo regaba todos los días como si le siguiera jurando amor. O arrojaba abono a sus plantas como una manera de venganza.
Teorías al margen, era cotidiano verla cuidando su obra, regando plantas, desde pequeñas suculentas a grandes cedrones. Los jazmines más hermosos de la zona y el sauce que llamaba la atención a todo el mundo. La ventaja de un jardín grande, con pequeños cactus que colocaba en pequeñas macetitas en el portón de entrada.
Cuando Doña Carmen murió ni el hijo apareció para ver sus cosas. Fue una lástima por el jardín y la selva descuidada que se vino después. No sabría decir mucho más de ella, ni de su entierro ni de nada más. A la vieja no la querían por su apatía a pesar de que uno entendería que alguien con tal jardín y tal cuidado por la vida sería agradable.
Con el tiempo la vieja casa de la vieja Carmen se fue viniendo a menos. Nunca apareció un cartel de inmobiliaria, por lo cual más de uno pensó que su hijo la había heredado. Pero el hijo no aparecía nunca por ahí ni tampoco se veía una luz prendida o algún signo de que alguien caminaba ese suelo.
Por eso cuando Matías me mensajeó con la noticia me llamó la atención. ¿Alguien había escrito algo en esa casa? Quizás alguna obra de arte media extraña, o algún pibe del barrio que había pasado a hacerse el gracioso. Me imaginaba quizás también algún reclamo de algún conocido de la vieja Carmen. Algo como un reclamo de ese misterioso marido.
Matías me esperaba en la puerta de la casa para mostrarme. No era nada de lo anterior. Era un fantasma el que había escrito eso:
Pasé como si nada
Su fantasma, pensé.
-Se quedó para siempre acá, no suelta más estas paredes y este piso - dije en voz alta.
-No seas pelotudo- me contestó Matías - Fue algún pibe de acá
- Puede ser- Reconocí
Pero cuando nos estábamos yendo recordé a la vieja Carmen regando esas plantas y odiando a todo el mundo.
Se debe haber quedado como fantasma, me volví a repetir.
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Palabras
Short StorySueños, súplicas, declaraciones de amor, mensajes para un enemigo, reflexiones, filosofía, cosas sin sentido. Palabras que se encuentran en la pared, en el asiento de un bondi o talladas en un árbol. Este escritor narra lo que ha ido leyendo en var...