XXXV

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Carla lo enseñó a sus amigos de Bariloche cuando la visitaron en Tandil. Le gustaba porque para ella estaba en sintonía con la tranquilidad de la tierra de las picadas y el horizonte que abrazaba con sus cerros y sus nubes. 

Escuchaba un tema de Los Piojos en su cabeza cuando lo mostraba o le sacaba fotos. De alguna manera, cuando había estado escapando de todo, ese cartel, ese graffiti en esa esquina, con la tinta verde y roja cayendo, le había generado una sensación de bienvenida:

"Nos olvidamos las penas, nos aguantamos la risa"

Y Carla lloraba, lloraba. 

Lloraba con alegría y le causaba gracia la ironía. Pero pensaba que eso era sentirse como en casa, mezclar todo, ser una contradicción. 

Y que esté bien.

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