CAPÍTULO VEINTITRÉS

42.8K 4.9K 524
                                    

Lo que dice tiene un sólo propósito y ya lo conozco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo que dice tiene un sólo propósito y ya lo conozco. Quiere sonsacarme información; y el fin justificará sus medios. No le importa lastimar a quien sea en el proceso.

Con mis manos cerradas en puños, con mis uñas clavándose en mis palmas y con mi mandíbula apretada vuelvo a centrarme en la puerta de salida.

Definitivamente me voy.

Amo a Rashid con todo lo que soy y lo que tengo pero ya no soporto estar acá un segundo más. Ya no aguanto su vileza y tiranía, ni su manera de tratarme. Aunque sea comprensible, hoy siento que no lo soporto.

—Espero que te haya quedado claro —dice a mis espaldas. Con un tono de voz que me irrita. Un tono de voz inexpresivo. Que no manifiesta ninguna emoción—: voy a hacerte la vida imposible.

Respiro profundo y relajo mis manos. Las palmas empezaron a dolerme.
Estoy llegando a mi límite. He venido aguantando mucho. Demasiado. De todo un poco, con variedad de gusto, de colores y con distintas zazones.

El tope de mi paciencia y compresión está a punto de desbordarse.

Rashid es un completo cretino, un bruto, un conflictivo dada su condición actual, pero yo también puedo serlo si actúan conmigo injustamente.

—¿Ese es tu propósito? —le increpo—: ¿Hacerme la vida miserable? —no quería. Deseaba marcharme pero la necesidad de dejarle los tantos en claro me vence. Vuelvo a girar sobre mis talones y quedo frente a él; frente a su mirada fría y su semblante hostil—. Convertiste mi vida en un calvario desde hace mucho tiempomi mentira es descarada, es inmadura y es cruel. No es cierto. Mis días han sido una mierda pero no por él, sino por lo que le ha pasado a él. Y eso despierta su asombro y confusión. Se evidencia en sus gestos desconcertados y en su ceño arrugado—. No vas a necesitar esmerarte demasiado.

«Con calma»

«Tampoco te pases Nicci»

«Es Rashid. No te pases de lista»

—Yo siendo tú me andaría con cuidado —obviamente mi comentario le afecta, aunque intente disimularlo—. Cuando salga de este odioso lugar, vas a tener que andar con mucho cuidado.

Levanto mi barbilla y fijo mi mirada en la suya opaca y vacía—. Lo mismo te sugiero —le desafío—. Que andes con cuidado, cuando te toque salir de la clínica.

El silencio, tenso e incómodo envuelve el ambiente y nos envuelve a ambos.

Está pensando.

Pensando en cómo joderme, o pensando en mis respuestas a sus ataques brutos e insensibles.

Por mi parte, algo en mí se retuerce de satisfacción. Su estado no me va a achicar, no me va a someter, y menos me va a cohibir.

Esto me recuerda a antes de casarnos, y admito que me revitaliza ir al choque de palabras con él.
Por muy enfermizo que parezca me divierte este intercambio de pequeños ataques.
A fin de cuentas, en gran medida lo que cautivó a Rashid no fue ni mi cara, ni mi cuerpo y tampoco mis ojos.
Yo sé que Rashid se enamoró de mi maldito mal genio. Su lado masoquista se fascinó ante la idea de una media naranja que le pusiera el freno a su carácter horrendo, a su soberbia y a su egolatría.

Al Borde del Abismo © (FETICHES II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora