Hasta hace un rato odiaba a medio mundo, quería llorar, pelearme con quien fuera y seguir odiando cualquier cosa que me ayudara a descargar la frustración por no tener a mi marido conmigo, ahora que está conmigo parezco una fumada que no puede borrar la estúpida sonrisa que trae en el rostro.
En definitiva es real cuando dicen que el amor es una mierda.
Lo ratifico porque es verdad; es una mierda, el matrimonio una mierda mucho más grande, y dos locos perdidamente enamorados uno del otro, una mierda peor.
El amor te vuelve cursi, inseguro, celoso, territorial, te sube a una vertiginosa montaña rusa cuyo paseo se acaba cuando la relación se destroza... Y el matrimonio es eso pero potenciado.
Son más hábitos, más rutinas, menos magnetismo, menos secretos, menos misterios, más celos, más peleas, más reclamos y más cursilería.¿Como una bomba de letal onda expansiva?
Bueno así es el amor y estar casada con el contaminante amor de tu vida, peor.
Una mierda... Pero a su vez la cosa más bella y deliciosa que existe.
El amor te pone pasional, sensual, sentimental. Rompe barreras y construye puentes de confianza y amistad mutua.El amor es una bendición... De mierda, pero una bendición y el mal necesario favorito de cada ser humano.
—Entonces —alzo una ceja al ver que se me queda mirando—. ¿Nos vamos o qué?
Rashid pestañea.
—¿Cómo? —pregunta delatándose a sí mismo, ya que es obvio que tenía la mente puesta en otro sitio.
—¿Que si nos ponemos a acampar en las escaleras? —lo mofo.
Se le escapa una carcajada llena de sarcasmo y me suelta para pasar su brazo por mi hombro y ayudarme a bajar el tramo de escalones que resta antes de llegar al elevador.
—Siempre tan chistosita —ironiza.
Llegamos al ascensor, lo solicita presionando el botón y las puertas se abren de inmediato.
Entramos y es automático, mi magnate calentón el que observa que no hay gente dentro me acorrala contra una de las paredes.
—Ey, ey no empieces —le susurro cuando se me acerca demasiado y juega conmigo paseando la punta de su nariz por mis mejillas, soltando el aire con fuerza para que su aliento caliente me ponga los pelos de punta.
—Es que no me aguanto... Te tengo cerquita y no me puedo controlar.
Apoya las manos a los lados de mi cabeza y me provoca con un descaro casi alevoso. Me besa la línea de la mandíbula y acorta cada vez más la escasa distancia que nos separa volviéndome una presa agazapada y transformándose él en un poderoso y hambriento león.
—Contrólate porque van a...
Anticipándose a mis palabras tres personas abordan el elevador y por encima del hombro de Rashid noto el escudriño entre curioso y escandalizado que nos hacen.
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Al Borde del Abismo © (FETICHES II)
Romansa-Los esposos se deben mutuamente fidelidad, confianza, amor y respeto. Tanto en la bonanza como en la adversidad. En la salud como en la enfermedad -nos dice a ambos, el encargado de llevar a cabo nuestras nupcias-. Nicci Leombardi, ¿aceptas como es...