CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

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—Era de esperarse, Nicci —Valente lee el contenido de mis resultados una y otra vez

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—Era de esperarse, Nicci —Valente lee el contenido de mis resultados una y otra vez. Como si en cada ojeada alguno de los valores allí impresos fuese a variar—. Nicci, esto era demasiado probable —pone énfasis en lo último al tiempo que me devuelve la hoja.

—¡Lo era para ti! —resignada, con la cabeza vuelta un lío y el malestar embargando todo mi cuerpo guardo el papel en el fondo de mi bolso—. Para mí, empezó a ser probable desde que lo sugeriste.

Miro a Valente, miro mis manos que por poco asfixian la correa de mi cartera y miro a Rashid que se prepara para salir, y a diferencia de sesiones anteriores hoy lo hará radiante.

—Estás preocupada y ahora, en tu estado eso no es bueno.

Abro los ojos debido a su expresión.

—Yo no estoy preocupada. ¡Estoy histérica que es peor!

—Pues es momento de que comiences a reorganizar tus prioridades —dice con tono de reprimenda.

—Tenía prioridades hasta recién y todas en el orden número uno. Ahorita mismo tengo esas mismas prioridades, en el mismísimo orden con la diferencia de que acabo de sumar otra más.

Me paso la mano por la frente. Siento que estoy sudando como si hubiera corrido una especie de maratón.

—Ponme atención... —se para delante de mí para que mis ojos se centren en él y no en el arabillo—. ¿Piensas tener a ese niño o niña? —pregunta tajante—. Entiendo que estás atravesando muchos conflictos en tu vida pero, dado el período de gestación es vital e importante saber qué decisión pretendes tomar. ¿Lo vas a tener? ¿O vas a someterte a un aborto?

Sus palabras me escandalizan. No por el tenor de lo que dice, sino por imaginarme a mí poniéndole fin a la vida de un hijo mío.

¡Ni estando chiflada haría semejante cosa!

Amo la maternidad. Amo escuchar una vocecita dulce, maniosa e insoportable diciéndome mamá cada dos segundos. Amo y amaré a cada uno de mis hijos sin importar las circunstancias o las condiciones en que ellos lleguen.

—No me voy a deshacer de mi bebé —mascullo.

Lo dijo a modo de solución pero no. Definitivamente no. Esa no es una solución siquiera a considerar para mí.

—Discúlpame si te ofendí al preguntártelo tan indiscretamente —manifiesta—. Es que si vas a seguir con el embarazo, hay estudios que debes realizarte desde ya. Según el resultado de laboratorio llevas diez semanas de gestación. 

—Lo sé —me aprieto las mejillas—. ¡Dios, lo sé! ¡Todavía estábamos en Italia!

Son casi tres meses.

¡Tres meses!

Miro mi abdomen y bajo la curiosa ojeada de Valente, lo toco con mi palma abierta.

Al Borde del Abismo © (FETICHES II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora