Despierto. Eso es lo extraño: despertar. No recuerdo en qué momento me quedé dormida. A juzgar por el sol, ya debe ser mediodía. Quizás al haberse apaciguado el dolor de mi rodilla caí rendida por todo el cansancio acumulado. Estoy segura que tuve un mal sueño porque me duele la dentadura, siempre que estoy nerviosa la mantengo apretada.
Me incorporo lentamente y miro hacia mi rodilla. Mejoró notablemente. No sangra ni supura.
—¿Iago? —pregunto en voz alta.
No responde. Vuelvo a insistir.
Escucho el resquebrajar de unas ramas cercanas mientras unos pies se hacen paso hasta mi. Tomo una piedra de considerable tamaño que hay en el suelo aunque no estoy segura de que me sirva de mucho. Me escondo detrás de un árbol.
—¿Luana? —mi nombre en su voz suena raro, es casi imperceptible pero lo pronuncia de una forma que me hace estremecer.
—Iago, ¿dónde has estado? —pregunto al salir de mi escondite y ver su ropa embarrada de pies a cabeza.
—He salido a buscar agua y alimento, no encontré mucho, salvo estas frutas que puede que sean venenosas —mira mi pierda con una media sonrisa.
—¿Me dejaste sola?
—Sí, estabas dormida, no ibas a ir a ninguna parte.
—¿No pensaste que me podría atacar algún animal salvaje? O, ¿qué pasa si me agarraba alguien? —en situaciones extremas puedo ser un poco paranoica, y más cuando algo me molesta.
—¿Eso debería importarme? Ni siquiera nos conocemos, relájate, únicamente estamos unidos por las circunstancias. Además eso sería imposible, por aquí no hay nadie, ni siquiera van a venir a rescatarnos —dice frunciendo el ceño.
—¿Por qué? ¿Quién te lo asegura? —voy directo al grano y hago como que no escuché la primera mitad de lo que dijo. Más por orgullo, pues tiene razón.
—Porque todos están de aquel lado —señala por donde está el sol —al Este.
—¿Los has visto? —quizás mis amigos están allí con asistencia médica y podrían salvarnos en helicópteros —¿Cómo sabes que allí es el este y no el norte o el sur?
—¿Nunca saliste de campamento verdad? ¿Nunca miraste una película? —pregunta riéndose de mi.
—No le encuentro la gracia —espeto molesta.
—El sol sale por el este y se esconde por el oeste, lo saben todos. Ah, no, disculpa, tu no.
No puedo evitarlo, le arrojo directo a la cabeza la piedra que todavía mantenía en la mano. Bueno, directo si tuviese un poco de puntería y si él no se hubiese movido.
—¿Estás seguro de que podemos llegar hasta allí? El terreno parece peligroso —le pregunto mirando toda su ropa embarrada. Me fulmina con la mirada como si se estuviera preguntando qué tan capaz puede ser una persona para dirigirle la palabra a alguien luego de haberle arrojado una piedra para hacerle daño.
—Deja de hablar en plural como si fuésemos un grupo. No tenemos opción, no podemos estar otro día sin tomar algo y tampoco pienso quedarme a vivir aquí de por vida. Seguramente sean el equipo de rescate y estarán con todos los del autobús, tenemos que llegar allí como sea.
Es extraño pero muy en mi interior siento que algo no va del todo bien. Me dispongo a seguirlo sin decir una palabra, no obstante, no puede evitar sermonearme cada vez que se da la oportunidad. "No quieres ir por ahí si no quieres caer, el terreno es muy abrupto, hay que rodearlo" o "Yo seré el guía, preocúpate por seguirme y no hagas muchas preguntas, necesito pensar".

ESTÁS LEYENDO
Límite
Mystery / ThrillerLuana, Leon y Rachel por fin van a irse de viaje para festejar que terminaron la escuela de una vez por todas. Lo que no saben es que un destino fatal los está esperando. Se encontrarán en un lugar desconocido, espeluznante y muy particular. Encontr...