La puerta se abre con un gran estruendo que resuena en todo el eco de este vacío lugar. El asqueroso tipo que me está agarrando me tira rápidamente al suelo. Cuando caigo, me doblo el tobillo izquierdo, provocándome un dolor que se extiende por todo el largo de mi pierna.
Mi corazón parece que se va a salir de mi pecho al ver que no ingresa nadie por la puerta. ¿Así moriré? Sigo gritando e intento moverme, pero creo que me he desgarrado. Primero la rodilla, ahora el tobillo. Si sobrevivo necesitaré un poco del agua mágica de Iago.
Mientras tanto el otro captor mantiene la que era mi arma, lista para disparar. Le hace un par de señas a quien intentó violarme, y éste me pone un trapo en la boca luego de atarme las manos por detrás. Lo hace sin vacilar, como un experto y sin tardar demasiado. Acto seguido se esconde.
El jefe se acerca silenciosamente hacia la puerta. Juro que su sigilo es tal, que no podría escuchar sus pisadas por más que lo intente. Pum, pum, pum, pum, mi corazón no para, me dará un ataque si sigo así.
Al removerme me doy cuenta que solo tengo atados los brazos, así que podría utilizar las piernas para ayudar a liberarme y escapar, pero estas no me responden, es como si mi consciencia supiera que si me muevo, las cosas saldrían muy mal, así que esta misma, decide volver a mi cuerpo algo inerte.
Jamás sentí algo parecido. Claro, y tampoco he vivido algo así alguna vez, eso lo explica todo. Un sonido estruendoso cala fuerte en mi oído. Hubiera dado un salto del susto, si tan solo no estuviera atada.
Nunca creí en la teoría de que cuando estás por morir toda tu vida pasa por delante de tus ojos. No lo estoy sintiendo. ¿Quizás es un buen augurio de que no moriré hoy a manos de estas asquerosas...? ¿Personas?
Pienso en Iago y en cuántas cosas desconozco de él. Muy en el interior albergo la esperanza de que llegue como un príncipe azul y me salve cual damisela en apuros. ¿Acaso tengo otra opción ahora mismo? Quizás no se te pasa toda la vida por delante, pero sí tu mente se llena de múltiples pensamientos que duran milisegundos.
Es entonces, cuando empiezo a ver una sucesión de hechos que pasan tan rápidos delante de mi, que mis retinas no alcanzan a interpretar toda la situación.
El del arma, el que está al lado de la puerta, comete el peor error que alguien podría cometer: asoma la cabeza por la puerta. No alcanza a volver que sus sesos vuelan por el aire dejando un vacío allí donde estaba su cabeza. Mi grito de terror habría despertado a toda la humanidad si no tendría tapada la boca. Un gran peso se me quita del cuerpo al ver ingresar a Iago como un agente de operaciones secretas con un arma en la mano.
Me mira.
Lo miro.
Le hago señas con la cabeza para delatar a mi otro captor. Cuando éste se da cuenta, sale a la carrera hacia la ventana lateral, pero no es tan rápido como Iago. Un cuchillo se le clava en la parte trasera de la mano mientras la tenía apoyada intentando abrir la ventana. El sujeto aulla como un condenado cuando intenta liberarse en vano con su otra mano.
Por alguna extraña razón Iago no lo ha matado aun. Se acerca corriendo hacia mi al cerciorarse de que el otro no puede moverse. No puedo dejar de ver cómo le baja la sangre por el brazo mientras se retuerce de dolor. No siento lástima. Siento mucho asco. Un sentimiento que nunca se había apoderado de mi quiere salir y expresarse como nunca. Quiero venganza. No seré compasiva luego de todo esto.
Una vez que me saca el trapo de la boca, me desata y ve que está todo bien conmigo, se acerca al hombre. Estoy segura que cuando todo esto termine y la adrenalina abandone mi cuerpo, me voy a sentir realmente mal y el dolor del tobillo se intensificará sin darme tregua.
—Vi lo que estabas por hacer —el sujeto gime mientras Igao remueve con poco tacto el cuchillo en el interior de su mano—. Eres desagradable.
No puedo dejar de mirar. Siento que no quiero, pero mi lado más morboso lo pide a gritos. Le saca el cuchillo de la mano, y no le da tiempo a cubrirse que ya le da un golpe tan fuerte en la cara que lo derriba al suelo. Desde donde estoy puedo verle los ojos vidriosos a aquel tipo. Está sufriendo mientras agarra con fuerza su mano. Supongo que para aguantar más el dolor, pero también para no desangrarse.
—Nos volvemos a encontrar —Iago se muestra implacable mientras lo patea por todo el cuerpo. Comienzo a asustarme, Iago parece fascinado con lo que está haciendo—. Ven, Luana —me llama mientras le da un último golpe en la cara antes de que quede inconsciente.
Me extiende el cuchillo ensangrentado. Tiemblo como una hoja. Lo miro a los ojos, y no lo recibo, no soy capaz, aunque sí quiero venganza.
—Debes ser implacable con el enemigo Luana —me dice agachándose para desabrocharle el cinturón a aquel tipo. Se lo saca junto a la ropa interior. Ese mismo sujeto me quiso violar. La llama de la furia se reactiva en mi interior. De una u otra forma terminé viendo sus genitales—. No le tengas compasión, ahora ya no será más que un fiambre. Eso son las personas. Fiambres con alma.
Al ver que no me muevo, Iago realiza algo que jamás me olvidaré en la vida. Toma el cuchillo en su mano derecha apretándolo con tanta fuerza que se le marcan las venas del brazo. Con la mano izquierda, toma el pene inerte del "fiambre" y sin pensarlo un segundo, lo corta en un solo movimiento. Se lo arroja a la cara. El tipo despierta por un segundo aullando del dolor antes de volver a desmayarse.
—Luana, sal de aquí por favor. Ve a la puerta —le hago caso pero no puedo dejar de negar que estoy asustadísima. Me encuentro al lado de un arma humana. Nunca imaginé que una persona tendría la sangre tan fría para no vacilar ni por un momento.
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Límite
Mystery / ThrillerLuana, Leon y Rachel por fin van a irse de viaje para festejar que terminaron la escuela de una vez por todas. Lo que no saben es que un destino fatal los está esperando. Se encontrarán en un lugar desconocido, espeluznante y muy particular. Encontr...