Apenas salgo del agua, comienzo a sentir un frío intenso en mis partes desnudas.
—¿Camisa o pantalón? —le pregunto a Grisel mostrándole las prendas una en cada mano. No seré tan cordial y no le daré toda mi ropa.
—Camisa —me dice mientras se la tiro hecha un bollo. La atrapa en el aire—. Me voy a cambiar.
—Bueno —aprovecho que se va para quitarme el bóxer mojado y ponerme solo el pantalón. No pienso resfriarme.
Grisel vuelve cuando me estoy atando los cordones de mis zapatillas. Tiene puesta mi camisa. Le queda larga y le tapa los muslos. En su mano lleva sus mojadas prendas de vestir que se ha quitado. Se acerca al lago y comienza a fregarlas.
—Podemos tomar prestada la ropa de los muertos —sugiero.
—Estupenda idea —me responde con un muy convincente sarcasmo.
Noto que evita mirarme a los ojos. Quizás está enfadada porque la he metido a la fuerza y no debería haberlo hecho.
—Pues tengo frío —le advierto abrazándome el torso desnudo.
—Pues ha sido tu culpa —se pone de pie y se dirige hacia el árbol donde habíamos atado a Nathan.
—No pensarás robarle la ropa al niño... —intento bromear, pero me doy cuenta después de decirlo, que no es gracioso.
—¡Oh por Dios! —grita—. ¡No está aquí! —mira desesperada hacia todos lados.
Me acerco al trote hasta el lugar. Nathan ya no está. Las ataduras parecen haber sido cortadas, ¿Pero cómo?
—Hay un cuchillo aquí —me lo tiende Grisel. Lo tomo entre mis dedos. Es bastante ligero.
—No entiendo nada, ¿Qué quieres que te diga? ¿Hay alguien más por aquí? —bajo el tono de voz.
—No está Nathan —vuelve a repetir como si no me hubiera dado cuenta.
Giro en círculos sobre mi eje para intentar ver algo. De repente se cruza en mi visión un humo bastante bajo.
—Allí. Debe haber alguien —tomo a Grisel de la mano y me abro paso corriendo hasta el origen de aquel humo.
—No lo puedo creer —dice Grisel tapándose la cara cuando llegamos.
Allí tendido sobre la hierba se está consumiendo en fuego e inexplicablemente, lo que queda del cuerpo del niño. Echa olor a chamuscado y pelo quemado, pero para ser realista, ya no queda mucho de él. De repente recuerdo cómo murió mi madre.
Una ráfaga rápida atraviesa el aire apagando el fuego. Instantáneamente la bruma y la niebla que había estado presente desde que caímos, desaparece. El sol comienza a asomar en el horizonte... ¿No era de noche?
Este sitio no me agrada. Logra ponerme los pelos de punta. Cualquiera en mi lugar creería que le están gastando una broma... una bastante pesada. O quizás... me estoy volviendo loco.

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Límite
Misterio / SuspensoLuana, Leon y Rachel por fin van a irse de viaje para festejar que terminaron la escuela de una vez por todas. Lo que no saben es que un destino fatal los está esperando. Se encontrarán en un lugar desconocido, espeluznante y muy particular. Encontr...