Luego de aquel momento, cuando Nathan pronunció esas palabras, perdimos la conciencia. Como si nos hubiésemos desmayado durante todo un día, aunque todavía sigue de noche.
Cuando despierto, Grisel se encuentra a unos pasos, aun dormitando, pero Nathan... no está. Al darme cuenta, despierto con rapidez a Grisel.
—¿Qué? ¿Qué pasa? — se levanta sobresaltada —¿Cómo es que nos dormimos? ni lo recuerdo. ¿Y Nathan? — pregunta cuando se despeja lo suficiente como para mirar a su alrededor.
—No lo sé, cuando desperté ya no estaba aquí.
—Esto es grave, muy grave —dice mientras camina en círculos y mira hacia todos lados —¿Hace cuánto fue eso Leon?
—Hace menos de dos minutos. Creo.
—¿Cómo que "creo"? Tenemos que buscarlo. Ahora.
—Seguro fue atrás de un árbol a hacer sus necesidades. O quizás fue a buscar comida, necesitamos comida.
—No seas idiota, es solo un niño, no va a irse porque sí.
—Deberíamos separarnos para abarcar más terreno —sugiero.
—Tienes razón — pensé que se negaría por la profunda oscuridad que nos rodea.
—Muy bien, estaremos aquí en una hora —digo mirando mi reloj de pulsera. No lo había notado antes, no funciona. Ya lo habíamos intentado con los móviles pero me imaginaba que se les habría agotado la batería, pero ¿al reloj? ¿Acaso existe alguien a quien le dure tanto un reloj como para que se le acabe la batería? A mi usualmente se me rompen antes.
—Usa el instinto Leon —dice Grisel al percatarse —el móvil no funciona y tu reloj tampoco, y si así fuese, yo no tengo reloj.
—Bien, yo volveré al autobús y me fijaré si encuentro a Nathan cerca de su madre o con algún bolso de comida — Grisel me mira con mala cara cuando acoto esto último.
—Recuerda, nuestro objetivo principal es el niño. Los dos tenemos que estar acá nuevamente dentro de una hora. Si no, volveremos para idear un nuevo plan. Intenta no lastimarte.
—Tranquila, este sitio parece más muerto que vivo, no creo que haya demasiados peligros, además de algún inofensivo animal.
Luego de una caminata difícil a causa de la oscuridad y llena de tropezones por los pozos del terreno, y en donde no paro de gritar el nombre del niño, llego finalmente al autobús.
—¿¡Nathan!? — grito una vez más. Nada. Absolutamente nada. El ruido de los insectos nocturnos es lo único que me contesta.
El olor del interior del autobús es horrible, pero la bruma tan densa no me deja observar mucho. Es como si ésta fuera y viniese a su antojo.
Ingreso a lo poco que queda del autobús. Huele horrible, pero la bruma, aun más densa no me deja observar nada. Como puedo voy haciéndome lugar y rescato una mochila enganchada al brazo de un cadáver. El corazón me va a mil revoluciones por minuto. Tomo dos bolsos más. Que en paz descansen los dueños.
Mientras camino y sigo buscando a Nathan, meto la mano uno en uno con cuidado, vaya a saber qué cosas lleva la gente.
Nada.
Nada.
Y nada.
No hay absolutamente ni un objeto, ningún envoltorio de caramelos, ninguna billetera. Nada. ¿Quién demonios llevaría un bolso o una mochila vacía?

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Límite
Misterio / SuspensoLuana, Leon y Rachel por fin van a irse de viaje para festejar que terminaron la escuela de una vez por todas. Lo que no saben es que un destino fatal los está esperando. Se encontrarán en un lugar desconocido, espeluznante y muy particular. Encontr...