—Vamos, ayúdame. No te quedes mirando —me dice Iago.
—¿Para qué quieres ayuda?
—Tenemos que quemar los cuerpos, ya te lo expliqué.
—Estás loco de remate.
—Luana, no te das una idea de lo que podría ocurrir si no hacemos esto. Como dice el dicho, mejor prevenir que curar. Afuera dejé mi mochila, por favor búscala y tráemela. No intentes escapar, no voy a estar para ayudarte otra vez.
Decido obedecer, haría cualquier cosa antes de seguir viendo esos cuerpos. Estar allí solo me causa escalofríos y una sensación horrenda en todo el cuerpo. Me da asco tan solo pensar en ellos, no quiero ser partícipe en esto.
Tal como me advirtió Iago, la mochila está a un costado de la entrada, la debe haber dejado acá antes de ingresar para salvarme. Me pregunto si tendrá algo para encender fuego.
—Gracias —me dice sin siquiera levantar la mirada cuando se la alcanzo.
Me quedo de pie observando cómo trabaja meticulosamente, parece que ya se rehusó a pedirme ayuda. Sus movimientos son rápidos, no parece conmovido ni tocado por la situación, es como si fuera algo cotidiano para él... ¿Qué otras cosas horrorosas habrá vivido para llegar a ser así? Debo admitir que la paz con la que emplea esta tarea me desespera un poco. Yo aun estoy temblando del miedo.
Comienza a revolver las cosas del interior de su mochila hasta que saca una caja pequeña de fósforos. La parte rasposa donde se pasa la cabeza del fósforo para encenderlo se ve bastante usada, y la caja en general desteñida.
—¿De dónde los has sacado? ¿Los quemarás así sin más aquí adentro? Podría arder todo este lugar y nosotros quedar atrapados.
—El fuego no se extenderá demasiado. Suele extinguirse rápido cuando consume algún cuerpo —dice sin más, pero al ver que lo miro sorprendida por lo que acaba de decir, agrega—: Ya lo he visto antes. Apenas lo encienda tenemos que irnos, el humo alertará a quienes lo vean sobre nuestra ubicación, y no quieres que nos encontremos con nadie ni con nada, además el olor a carne quemada puede atraer a algún animal.
—¿Y aun así, con todo esto que mencionas, me dices que es menos riesgoso que dejarlos intactos e irnos?
—Sí, hay cosas peores, no queremos que este lugar se vuelva aun más oscuro. Para cuando esto arda, ya estaremos bastante lejos para correr peligro. Busca tus cosas —me dice a la vez que me extiende el arma que yo tenía. Sigue confiando en mi a pesar de todo—. Busca tu mochila.
Cuando ve que me la he cargado a la espalda, recién ahí saca un fósforo de la caja, y con sumo cuidado, haciendo una especie de casita con la mano que tiene libre, enciende la ropa del sujeto al que le ha estallado la cabeza. La imagen es demasiado desagradable y repugnante. Me produce arcadas pero nada sale de mi estómago.
—Ya puedes salir si quieres —la última imagen que me queda grabada de aquellos psicópatas es la de sus cuerpos encendiéndose mientras Iago agita un poco el aire para que el fuego no se apague. El olor a chamuscado llega hasta la puerta. Estoy decidida a no darme vuelta. No sentiré lástima y compasión con dos personas que se quisieron aprovechar de mi para luego descartarme como a una bolsa de basura.
Finalmente Iago me sobrepasa con la mochila también cargada al hombro. Impasible y sin mirarme, emprende la marcha. Lo sigo como puedo.
***
—Podrías hablarme, no seas infantil, ya te he pedido perdón. No te preocupes, todo se solucionará, aquella chica estaba más aterrada que yo —le digo tratando de ponerme a su lado. Lo cierto es que mantiene un ritmo acelerado y además sus zancadas son más largas.
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Límite
Misterio / SuspensoLuana, Leon y Rachel por fin van a irse de viaje para festejar que terminaron la escuela de una vez por todas. Lo que no saben es que un destino fatal los está esperando. Se encontrarán en un lugar desconocido, espeluznante y muy particular. Encontr...