Capítulo 7: Expedientes

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La noche pasaba mientras que la ansiedad y estrés de los habitantes de la mansión aumentaba. Algunos podían dormir por horas, otros podían descansar ni por minutos sin sugestionarse sobre lo que sucedería acontinuación en la casa, ya se encontraba un detective que los coloco a todos en la linea de sospechosos y se aproximaba la llegada de la psicologa que evaluaría su salud mental detalle que luego los pondría por arriba o por debajo de la lista de culpables.

Llego la mañana, Andrés Borges no había podido dormir durante toda la noche pensando en lo que el detective dijo justo al llegar a la mansión. El preocupado hermano se encontraba bajando las gradas cuando el reloj marcaba las 7 a.m. en punto. Para su sorpresa ahí se encontraban el detective John Walton y la psicologa Adela Fajardo tomando un café a primera hora discutiendo sobre lo que sucedería al reunirse las familias en el salon.

Andres Borges: Buenos días —dijo con asombro—

John Walton: Buen día señor Andrés —contestó con mucha educación y amabilidad—

Buen día, encantada de conocerle señor Andrés. Dejeme presentarme yo soy Adela Fajardola psicologa que llamó el detective Walton para hacer una evaluación en sus familias, espero de corazón que este asunto se resuelva lo antes posible —dijo la hermosa psicologa que se encargaría del caso, esta tenía mucha clase e iba muy bien vestida—

Andrés Borges: El placer es mío, espero que se sienta comoda aquí aunque la situación lo complique. Sigan desayunando yo solo voy por aire fresco —sonrió para luego caminar hasta el salon principal donde buscaría reposo en una de las ventanas—

El detective y la psicologa se despidieron con una sonrisa de Andrés Borges, las preguntas no tardarón por parte de la psicologa. Cosa que también tenía pensante a el detective.

Adela Fajardo: Ese hombre parece que no ha descansado ni una hora desde que esta aquí. ¿No le parece detective? —preguntó—

John Walton: Efectivamente señorita Barrientos, yo pienso lo mismo que usted y esto más; lo he comprobado. Ese sujeto me estaba esperando cuando llegue a la mansión, además de eso ha estado muy pendiente de mí, demasiado diría yo. Como queriendome dar a entender de que el quiere que encuentren al culpable cuando se deja cada vez más como sospechoso ante mis ojos. —dijo en voz baja con tono serio—

Adela Fajardo: Entonces deberíamos empezar ya con los expedientes, necesitaré tiempo para hablar con cada uno de los habitantes de esta mansión. Dado que él ya esta despierto, no perdamos más tiempo. —dijo poniendose de pie—

John Walton: Tiene razón, he preparado una habitación con un escritorio donde podrá colocar sus materiales y su ordenador. Si necesita cualquier alimento comuniquemelo a mí y mandaré a traer lo que guste fuera de esta casa. Señorita no coma nada de lo que le ofrezcan aquí y mucho menos se quede a solas con nadie. Cualquiera de ellos puede ser el asesino. —advirtió fuertemente a la psicologa para luego ponerse en marcha para llamar a Andrés Borges—

La psicologa tomo por completo la advertencia del detective y se dirigió a la habitación, una vez estando ahí se sentó en el escritorio y luego ajusto las luces. Se sentía comoda y preparada, tenía anotadas unas cuantas preguntas base para la entrevista que realizaría a cada persona sospechosa por el reciente asesinato de Alexandra Borges.

En una esquina no visible de las escaleras se encontraba Julio Marquina, acababa de presenciar la visita de la psicologa. Aunque la distancia que los separaba le imposibilitaba el poder escuchar la conversación que llevaban acabo el detective y la nueva invitada de la casa. Por la expresión que tenía la psicologa al adentrarse al despacho Julio no tardó en determinar que el asunto se ponía cada vez más serio y temía por su hijo Sergio. Obviamente como cualquier padre jamás pondría en duda que su hijo fuese un asesino. Pero sabía que la presión podría afectarle y llevarle a cometer algún error que lo colocará como sospechoso principal. 

"Tengo que conversar con Sergio antes de que pasemos a hablar para dar nuestro testimonio. No quiero que su mente joven le vaya a hacer cometer un grave error" —pensó Julio— que rápidamente dio la vuelta y se dirigió a la habitación que tenía asignada con su hijo. Esto sin notar que Walton no había pasado por alto sus claras expresiones de preocupación por lo que se puso en marcha también para seguirlo evitando que este se diera cuenta. El detective caminó sin levantar la minima sospecha en Julio que había entrado rápidamente a la habitación donde su hijo recien se encontraba despertandose.

Sergio Marquina: Buenos días padre —dijo en tono respetuoso como era habitual—

Julio Marquina: Buen día hijo, sientate bien en la cama y escuchame que necesito hablar contigo —la seriedad de sus palabras era inconfundible—

Sergio conocía muy bien a su padre y sabía que estos arranques solo los tenía cuando estaba preocupado de verdad. Recordo que esa misma expresión puso cuando la policía lo citó para testificar sobre el asesinato su madre entre otras ocasiones. Walton se había posado sobre la puerta intentando agudizar por completo su sentido auditivo y enterarse de que pasaba en aquella habitación.

Julio Marquina: Hijo, yo se qué esta situación nos tiene mal a todos —comenzó con suma tranquilidad— y no es para menos, Alexandra perdió la vida en esta casa y ahora todos somos sospechosos eso lo tenemos claro. Yo unicamente te pido que estes dispuesto a colaborar a los encargados de la investigación pero teniendo mucho cuidado con lo que dices. No vaya a ser que haya un malentendido y por intentar colaborar termines pareciendo culpable —dijo levantando un poco más su voz y mirandole fijamente—

"¿Tener mucho cuidado con lo que va a decir?" —se preguntaba el detective que escuchaba todo tras la puerta— Esto demasiado sospechoso. "¿Eres tú el asesino Julio Marquina? o estás protegiendolo" —se preguntaba John Walton al escucharle hablarle con tal misterio a su hijo—

Sergio Marquina: Esta bien padre, tú tienes que tener la tranquilidad de que nada saldrá mal porqué yo ya he pensado en lo que diré y sobre todo esta la verdad —dijo con tranquilidad—

Julio Marquina: Espero que así sea hijo —dijo apretandole el hombro y fingiendo tranquilidad—

La puerta sono de golpe, Julio se alertó inmediatamente y se dirigió a ver que pasaba y al abrir la puerta...





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