Capítulo 19: Libertad

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El momento había llegado todo mundo se encontraba en el salón principal hasta doña Elizabeth que se encontraba perdida esperando conocer la razón que explicará el estruendo. La tensión se palpaba en el ambiente que no tardo en ser más alterado aún por la sirvienta más leal y experimentada de la mansión Borges.

La ventana fue destruida por una silla del comedor y por más que buscamos no pudimos encontrar a don Julio señor —explicó la preocupada sirvienta a los dueños de la casa— un silencio total inundo aquella habitación, la mente de Elizabeth estaba en blanco, paralizada sin poder dar respuesta a lo que había dicho la sirvienta. Don Sabino miró a su esposa, él ya sabía que Julio era el asesino por lo tanto no se asombro por su escape, lo que realmente le preocupaba era la reacción de su esposa que no tardo en explotar luego de que él detective se diera el lujo de romper el silencio con una frase que declaraba total triunfo a su conclusión.

John Walton: Bueno, esto lo confirma todo —tomó aire y seguidamente se posiciono frente a los habitantes de la casa que servían de espectadores para su conclusión— El día de ayer, el señor Sabino me busco en mi despacho donde discutimos al respecto de quien es el asesino de este trágico hecho. Le pedí personalmente que guardará en secreto lo que le revelé y eso justamente era el nombre del señor Julio Marquina. Quien fue encontrado como el mayor sospechoso y único posible culpable de la muerte de la joven Alexandra Borges. La razón por la que no ordene su captura, fue por falta de pruebas. Pueden entender que el señor Sabino hizo un gran esfuerzo al no comentar de mi sospecha sobre Julio además de que su admirable determinación por la justicia al no intentar tomarla en mano propia y permitirle a la ley hacer su trabajo —recalcó— el señor Julio ha demostrado su total responsabilidad en el asesinato desde él momento que escapo de aquí. Múltiples agentes de la policía están en su búsqueda y captura para que ese hombre pueda pagar su crimen. Lamento mucho que hayan tenido que vivir esto familia Borges, el misterio ha llegado a su fin y espero que el señor Julio sea atrapado para que puedan pasar este amargo capítulo de sus vidas y seguir adelante.

El detective hablaba con total seguridad en sus palabras, mismas palabras que causaron completo asombro en todos los habitantes de la casa que no tardaron en reaccionar haciendo comentarios entre sí. por su parte Elizabeth estaba en un completo Shock no podía asimilar lo que estaba escuchando. Su hermano menor el miembro más serio de su familia y apegado a ella había sido el responsable de la muerte de su hija ¿porqué? se preguntaba mientras que su marido Sabino y su hermana Sandra intentaban hacerla volver en sí. Sergio Marquina se encontraba pálido después de que su padre fuera declarado culpable de tal asesinato, miles de imágenes llegaban a su mente dejando a su padre como único responsable de la muerte de su madre también cosa que había destrozado por dentro al joven Sergio que sin dudar salió corriendo a la habitación por donde su padre había escapado. El detective observo el accionar del joven por lo qué decidió agregar algo más a su conclusión.

John Walton: Familia Borges su trágico desenlace ha llegado a su fin. No había final feliz para está historia lo qué si pido de corazón es que saquen el lado puro de su corazón y muestren compasión por el joven Sergio Marquina. Ese niño donde ahora verán reflejado al asesino de su hija no tiene ninguna culpa por lo que hizo su padre. Pediré al departamento que le brinde ayuda psicológica para que pueda salir adelante y espero que alguno de ustedes acaudalados magnates puedan velar por él ya que desde ahora quedará desamparado.

Sabino Borges: No se preocupe detective, es muy difícil ahora pero sabemos que el pequeño no tiene culpa de lo que hizo su padre. Le agradezco mucho a usted y a la policía el trabajo que han realizado en este lugar.

John Walton: Nada que agradecer Don Sabino, ese es nuestro deber —subió un poco más el tono de su voz para comunicar lo siguiente— Desde ahora quedan libres todos los habitantes de la casa. Pueden volver a sus vidas normales. Mañana necesito que haga presencia en la comisaría para firmar unos documentos Don Sabino, le digo a usted porqué se que su esposa por ahora lo único que necesitará es ayuda para superar esto —aludiendo al estado anímico de Elizabeth—

Sabino Borges: Está bien detective ¿solo a mi me necesitará? —preguntó—

John Walton: Sí, aunque si alguno de ustedes se ofrece voluntario a hacerse cargo del joven Sergio también puede asistir. No se preocupe al ver, será en la tercera sala de interrogatorios de la comandancia, el inspector a cargo quiere que llene un reporte sobre mí trabajo.

Sandra Marquina: Yo lo haré, espero qué no haya molestias de tú parte Sabino —preguntó—

Sabino Borges: Ninguna Sandra, yo también te apoyare económicamente para aportarle al muchacho. Bien detective Walton. Agradezco nuevamente sus servicios pero me gustaría atender a mi mujer ahora que me necesita. Nos veremos mañana en la comisaría —dijo para luego retirarse jalando a la señora Elizabeth que no podía reaccionar aún.

El detective y los agentes de la policía se retiraron de la mansión con todos sus materiales. Así como todos los demás asombrados miembros de la familia que evitaron hacer comentarios y salieron para tomar su libertad nuevamente. El joven Claudio salió esa tarde a pasear por la ciudad solitario, mientras que los sirvientes se dieron el lujo de tomar sus días libres correspondientes.

En el cuarto principal que correspondía a los dueños de la casa, se encontraba la señora Elizabeth sentada en la cama sin habla, y a Don Sabino que miraba la ventana que dejaba ver el arbol donde su pequeña hija jugaba.

Sabino Borges tomó aire y exclamó: Se acabo pequeña mía, tú deuda pronto será cobrada, palabras que despertó de golpe a Elizabeth de su trance que no tardo en responder... ¿Deuda? —pregunto Elizabeth que aún no asimilaba lo que había escuchado. Eso mismo Elizabeth... la deuda —respondió Sabino para luego retirarse de la habitación—

Errores MortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora