Capítulo 11: Servidumbre

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Se encontro con sus primos Daniel y Ramiro que se habían preocupado por él. El llanto de Claudio habían sido alcanzados por ellos y esto genero que se acercarán a la puerta a esperar por su salida del despacho y confirmar que se encontraba bien.

Daniel Solis: ¿Te encuentras bien Claudio? —preguntó con notable preocupación—

Ramiro Borges: ¿Te hicieron algo ahí adentro? —cuestionaba las razones que pudieran explicar el llanto de su primo—

Claudio Borges: No ha pasado nada muchachos, gracias por preocuparse —dijo para luego retirarse del salón principal en dirección a su habitación.

Los primos quedarón en total intriga al ver la reacción de Claudio después de salir del despacho de la psicologa. Sus mentes no dejaban de idear escenarios donde las preguntas fueran tan pesadas para causar tal descontrol. Lo que aumento la ansiedad y los nervios de estos.

El siguiente nombre no había sido pronunciado ya que no sería necesario el joven Sebastian Ortíz iba siendo escoltado por los paramedicos que habían estado atendiendo sus heridas después del incidente con Don Sabino. El joven no saludo a nadie, su rostro se encontraba muy lastimado y sus ojos iban pendientes del camino al despacho. El silencio nuevamente fue absoluto, nadie comentó nada solo vieron como Sebastian ingreso al despacho para luego cerrar la puerta tras él.

Buenos días —dijo la psicologa— Sebastian se quedó en silencio. Realmente había causado un daño grave el padre de Alexandra Borges en aquel joven y bien parecido rostro de Sebastian.

Adela Fajardo: ¿Te encuentras bien para realizar esta evaluación Sebastian?

Sebastian Ortíz: Sí, puedo hacerlo —dijo cubriendo las heridas de su rostro con sus manos—

Adela Fajardo: Comienza contandome que te paso, porqué estás tan herido —preguntó intrigada la psicologa—

Sebastian Ortíz: Verá señorita, la noche en que murió Alexandra. Sabino malinterpretó una pelea que tuvimos antes en las escaleras y me acusó de.. de... —no podía continuar—

Adela Fajardo: ¿Te acuso a ti de haberla matado? —preguntó finalizando la historia del joven—

Sebastian Ortíz: Sí, eso mismo y sin dudarlo se lanzó sobre mí hasta que me dejo así como estoy ahora —la cara de sebastian estaba completamente cubierta de heridas, alguna s habían sido cubiertas por las vendas pero sus labios no ocultaban la ira de Sabino—

Adela Fajardo: Lo siento mucho, Sebastian. ¿Porqué habías discutido con Alexandra esa noche?

Sebastian Ortíz: —suspiró y dijo en voz baja— Ella me engañaba...

Adela Fajardo: ¿Te engañaba? ¿Estás seguro de eso? —preguntó—

Sebastian Ortíz: Completamente, Alexandra era la tipica niña santa que no rompia un plato. Pero era bastante dura realmente cuando quería. Yo me di cuenta de su engaño un día cuando falte a clases solo para asegurarme y la ví con un chico de otro curso en el parque del colegio. De verdad que la amaba y decidí mejor discutir con ella que dejarla... —respondió—

Adela Fajardo: ¿y realmente no fuiste tú? —cuestiono su inocencia—

Sebastian Ortíz: Jamás sería capaz de hacerle daño a ella. Tenemos un gran y lindo pasado que me hacía amarla sobre todas las cosas.

La conversación con la psicologa no duro mucho y Sebastian fue escoltado nuevamente por los paramedicos hasta una habitación donde seguía recuperandose. La familia que estaba dispersa por todo el salón podía notar las constantes entradas de personas que no habían sido llamadas por la psicologa en este último caso fue Sofía la pequeña hija de los Borges.

En otro lado de la casa había una pequeña reunion que sin consentimiento de los participantes estaba siendo supervisada por el detective Walton. Ahí en la cocina se encontraban debatiendo el Cocinero Simeone, las sirvientas Marlen y Fausta, la aseadora Loretta y el jardinero Hilario. Todos se encontraban preocupados por el ama de llaves Marlen que había sido la que encontró a la joven Alexandra muerta.

Aseadora Loretta: ¿Que harás si te quieren culpar a ti Marlen? —preguntaba con mucha preocupación la encargada de la limpieza—

Marlen guardaba silenció ella sabía que sería incapaz de hacer algo así, pero la duda estaba ahí. ¿que pasaría si encontraban evidencias en su contra? sería el fin de su vida. Miles de pensamientos ponian más y más nerviosa a Marlen que rompió en llanto.

Sirvienta Fausta: Tranquila Marlen. No llore por favor, usted sabe que sería incapaz de hacer algo así ¿verdad? —dudo un poco sus palabras por la reacción que estaba teniendo Marlen, le daba un ambiente de confesión al salón—

El ambiente se ponía cada vez más tenso y las miradas se clavaban como alfileres en la cabeza de Marlen. Hilario por su parte siempre educado y sabio intentaba razonar con Marlen, pero por su lado el siempre impulsivo cocinero seguía metiendo dudas en ella. El detective observaba más guardaba silencio para seguir disfrutando del espectaculo de culpa que había en esa cocina. Nunca habían habido más sabores en aquel lugar: Culpa, miedo, frustración, ansiedad, dudas eran las fragancias que destilaba la reunión que seguía en marcha por las palabras de Simeone.

Cocinero Simeone: ¿Acaso hay algo que quieras confesarnos Marlen? —hostigaba a la pobre sirvienta que no podía controlar su ansiedad por las palabras de Loretta.

Sirvienta Fausta: ¿Como puedes ser tan insensible Simeone? Me gustaría verte en el lugar de ella ahora mismo. Quien sabe como estarías tú. —dijo defendiendo a Marlen y poniendo en su lugar al cocinero—

Jardinero Hilario: Ella tiene razón Simeone, Marlen está en una situación muy dificil para que estes haciendo ese tipo de acusaciones sin pruebas muchacho. Se un poco más consciente hombre —reprendió el viejo jardinero—

Cocinero Simeone: Disculpame Marlen, tienen razón.. me deje llevar por el momento, jamás podría pensar algo así de ti.

Las palabras no funcionaban, Marlen no decía nada y solo se limitaba a llorar en silencio. Su mente cada vez estaba peor, estuvo así por varios minutos mientras sus compañeros le miraban hasta que de pronto, decidió romper con su silencio.

"Compañeros debo confesarles algo..." —dijo la Sirvienta— para luego cerrar los ojos y comenzar a temblar. El detective quedo completamente impactado al escuchar las palabras que acababa de pronunciar el ama de llaves, la sirvienta más confiable de la mansión.





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