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Todo comenzó un septiembre del 2014, me llamo María, un poco acuerpada, cabello largo, marrón oscuro y rizado, estudiaba primer año, mis mejores amigas son Sofía y Daniela, las conozco desde que estaba en segundo grado, somos más bien como hermanas.

Un jueves por la mañana en el liceo, estaba con mis mejores amigas conversando, cuando pude sentir que alguien me miraba, así que voltee y si, un grupo de 4 chicas nos miraban especialmente a mí, eran altas, bastantes delgadas, y aparentaban tener mucho ego; ellas hablaban y se reían, pero no quise hacer caso a sus miradas perturbadoras, así que seguí hablando con mis amigas.

Un rato más tarde, el grupo de chicas se acercó a nosotras, y nos rodearon, parecía que tenían entre 14 y 15 años de edad, la que parecía la líder del grupo me miro y me dijo:

-Hola, ¿cómo te llamas?-Dijo la chica con tono de superioridad.

-Hola, me llamo María, ¿y tú?- Dije un poco tímida, pero a la vez confundida.

-Me llamo Mariana. Entonces, te llamas María ¿eh?-Dijo Mariana cruzándose de brazos.

- S-si – Dije.

- ¿Y cómo te sientes?, María- me dijo

- Muy bien, gracias-Dije, alegrándome de que solo buscara conversación normal y amigable.

-¡¡¿Enserio?!! Porque yo siendo tan gorda me sentiría horrible- Dijo con tono de burla.

Sofía y Daniela se quedaron paralizadas, al oír lo que Mariana me dijo, y yo estaba igual, no sabía ni que decir, pensé que solo quería mi amistad. Mientras las tres estábamos atónitas por lo que Mariana me había dicho, las amigas de Mariana se reían con el tono más bajo que podían, igual Mariana. Cuando reaccioné, sin esperar más le dije:

-¡Oye! ¿Porque carajos me dices eso?-dije, un poco indignada de su atrevimiento.

Me sentí mal, me habían insultado muchas veces, es cierto y también criticado por mi físico, no soy perfecta, nadie lo es, pero por alguna razón me sentía muy mal por lo que me había dicho Mariana.

-Sólo digo la verdad- Dijo con una sonrisa de medio lado. Se le notaba a Mariana que eso era lo que quería, que María se sintiera mal, su satisfacción se notaba en la sonrisa.

No quise decir nada más, sólo baje la mirada y me entristecí. Al rato Mariana le dijo:

-Hay tranquila, que yo te voy a ayudar-Dijo Mariana con la alegría a millón.

-¿A si? ¿Y cómo piensas ayudarme?-Dije alzando la mirada y arqueando las cejas.

En ese momento, Mariana me llevó un poco lejos de las demás- Yo tengo un grupo, un grupo para las chicas que quieren rebajar de peso, verse Hermosas, que sean perfectas, un grupo para las princesas que desean la perfección- dijo muy inspirada.

-Suena bien -dije.

-Suena más que bien, mira si quieres te puedes unir, piénsalo, y dame la respuesta mañana-Mariana no espero ni un segundo más y se fue, con sus amigas.

Quería responderle, decirle que está bien, pero no me dio tiempo, además, en ese momento sonó el timbre para regresar a las clases, así que empecé a caminar hasta mi salón, pensando en lo que me había dicho, no cuando me llevo un poco lejos del grupo para decirme lo del grupo, sino antes, no puedo decir que me siento bien conmigo misma, porque les mentiría.

Pasaron las horas muy lentas, hasta que por fin sonó el timbre de salida; me se fui a mi casa a pie acompañada de mi hermano José. Al llegar a casa me encerré en mi habitación, me cambie, me gusta ponerme ropa ancha, me hace sentir cómoda, la ropa pegada no me gusta de a mucho, pues me hace sentir más gorda de lo que ya soy; luego fui al baño, no había ido desde las 7 de la mañana, y después me tire a la cama boca arriba, pero en vez de pensar de manera directa lo que Mariana me había dicho, empecé a pensar en el amor, en ese sentimiento que siempre me lastimo, dicen de que es hermoso, pero no para todos, digamos que he tenido mala suerte en eso.

Empecé a pensar que debe ser lindo que alguien se enamore de mí, de mi actitud, de mi horrible lenguaje, de mi tono de voz tan escandaloso, de mi manera de salirme del tema siempre, de mis asquerosas muecas, de mi manera de confundirme porque soy muy lenta, de mis chistes malos, de mis carcajadas, que cambian a cada rato; porque quizás, así me sentiría segura y deje de dudar y criticar tanto mi físico. Se me hizo un nudo en la garganta y se me cristalizaron los ojos, sabía que iba a empezar a llorar, pero no quería, no quería llorar.

Así que fui al baño, me lave la cara y agarre un libro y empecé a leer, cuando me siento triste me gusta agarrar un libro y perderme en ellos, son los amigos más silenciosos y constantes; los consejeros más accesibles y sabios, y los maestros más pacientes. Me empecé a leer Gripe Mortal, de Pablo Caralps, me adentre tanto al libro que dure una hora seguida leyéndolo, y hubiera seguido, pero mi mama me llamo a cenar.

Al bajar empecé a oler, olía delicioso, mi madre había preparado hamburguesas y me la comí con todo el gusto del mundo, mientras iba por la mitad de mi tan deliciosa hamburguesa, comencé a pensar en lo que me había dicho mariana, y me dije a mi misma "a la mierda la cerda anoréxica esa, prefiero ser gorda y feliz que flaca y con antojos" me empecé a reír y me termine de comer la hamburguesa.

Después de comer, me levante y di gracias a mi madre por la comida, subi me cepille, me coloque mi pijamita, era un pantalón de rayas verticales de distintos colores pasteles, y una franelilla ancha rosa clarito con el dibujo de un perrito, realice luego mis tareas, arregle el bolso y todo lo necesario para el próximo dia, fui al baño y me acosté, pero empecé a pensar, si el grupito de mariana me convenía o no, estaba pensando en decirle que no, pero me daba curiosidad saber de qué se trataba todo, no sabía que decidir, y bueno, después de pensar por horas creo ya lo decidí...

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Queridos lectores, espero que les guste mi libro; si es así por favor vótenlo, se los agradecería mucho

Princesas de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora