Capítulo 7 - Autodestrucción

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Algunas veces, las personas no se dan cuenta que el camino a la felicidad esta frente a ellas mismas, ahí, saludándote todo el tiempo. Pero es un hecho que cuando las encuentran, es todavía más difícil que descubran que aquello que les brinda paz y felicidad, también es la llave a su destrucción total.


La noche había caído sobre California hacía apenas unas horas atrás, las calles que se dibujaban entre los hogares no eran tan transitadas –únicamente las avenidas principales se encontraban aún llenas de energía a pesar de la hora que era-, todo mundo se encargaba de descansar para dar comienzo a una nueva semana. Podría decirse que tan solo un pequeño porcentaje se mantenía despierto esa madrugada, porcentaje del cual formaba parte el joven Kogane.
Había dos principales razones por las cuales el chico pelinegro se mantenía despierto. Después de haber terminado la caminata acompañado por Shiro, se habían encontrado con la noticia de que Lance, alias "persona que había interrumpido el momento más crucial de su miserable vida" no iba a participar durante el resto de la tarde con todos los demás, pues según Hunk, había recibido tiempo después una llamada urgente del trabajo que no pudo ignorar.
El resto de la tarde en la playa con todos juntos –excepto el moreno- había sido cubierto por unas divertidas competencias de resistencia a caballo entre todos, remojones, figuras amorfas en la arena en la que todos contribuían y finalizando con un hermoso y cálido momento frente a la fogata antes de regresar a casa. Pero Keith no se quejaba del maravilloso y extraño viaje ese día, lo que lo mantenía inquieto –como primer motivo de su desvelo- era que ni él, ni Shiro habían dicho una sola palabra acerca de ese momento a solas donde un montón de cosas salieron a flote y una increíble tensión se había sentido; incluso cuando tuvieron la oportunidad en la casa antes de que cada quien entrara a su habitación ninguno de los dos habló. Keith solo pensó que lo que sucedía en la playa, tristemente, se quedaba en la playa.
El segundo motivo de su desvelo era simplemente la universidad.

—Todo en orden —Finalizó el pelinegro cerrando la mochila que llevaría el primer día de clases. Como era típico de él, se había encargado de dejar todo listo para la mañana siguiente: papelería que debía entregar, una pequeña libreta, algunas plumas, dinero... —. Carajo —En un movimiento casi fugaz, el pelinegro atravesó la habitación hasta el gancho donde tenía colgada su chaqueta roja, hurgo en ella hasta dar con su billetera, la abrió y ¡oh sorpresa! No había efectivo, específicamente el efectivo que necesitaba para pagar la segunda mitad de la matrícula y por supuesto, para sobrevivir en el almuerzo.

Dejó ir un pequeño suspiro con la cartera en mano, dándose un tiempo para analizar las posibles soluciones que podría tener.

<<Veamos, la primer clase que tendré será a las 7:15, pero debo estar antes para dejar la papelería restante y así completar mi inscripción. El viaje hasta la facultad es de aproximadamente treinta minutos, eso quiere decir que tengo que salir de casa a las seis, llegar a las 6:30 y así tener un margen de tiempo, si pasase por el cajero temprano tendría que tomar un camino y bus diferentes que rodean más que el que debería tomar... >>, Keith gruñó irritado. Mientras más pensaba, más se molestaba. Detestaba estar presionado durante las mañanas y lo detestaba aún más cuando podría haberse evitado, así que simplemente decidió no quebrarse la cabeza más, tomó un suéter ligero, su teléfono celular, abrió el GPS y salió de la habitación dejándola sin seguro por si Lance regresaba antes que él.

—Woah, ¿A dónde vas, Keith? —Hunk observó al azabache cuando éste se dirigía hacia la salida con el celular en mano y los audífonos puestos.

—Hunk, pensé que ya estaban todos dormidos en casa. Necesito ir a un cajero, mañana debo pagar el resto de la matricula que queda pendiente y si lo hago durante la mañana no tendré realmente mucho tiempo, mi primera clase es muy temprano —El samoano echo un vistazo al reloj que se encontraba en la pared, desviando luego la mirada hacia el azabache un tanto preocupado.

El chico llamado LANCE - Klance AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora