Capítulo 23 - Humano

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"[...]Hubo disturbios en américa justo cuando las cosas estaban mejorando. [...] Todas las personas que viven en el mundo hoy, estamos unidos por nuestro amor y estamos unidos por nuestro dolor. Todas las cosas que he hecho y visto todavía no sé, no sé lo que significa [...]


Eso era lo que mi madre cantaba todo el tiempo y cuando se fue, me pregunté si la letra que tanto amaba era coherente, si en realidad había alguien capaz de entenderte y hacerte comprender cosas que no podías.

Y entonces lo conocí...

Y entonces aprendí y; deseé sentirme como humano de nuevo."



Después del accidente que sin piedad se había atrevido a arrebatarle la vida de sus padres, para Keith el tiempo simplemente se había vuelto relativo. Las manecillas de su reloj simplemente lo habían dejado estancado esa noche, abandonando a su paso únicamente solo un triste recipiente vacío y lleno de culpa que solo se encargaba de respirar y existir. O al menos así había sido hasta su llegada a California, cuando solo cierto chico había comenzado a empujarle las manecillas de su reloj a fuerzas, provocando que su segundero comenzase a avanzar, moviendo consigo poco a poco los minutos que se convirtieron en horas hasta devolverlo a la realidad.

El triste chico estancado una navidad atrás, ya no existía más. Finalmente había sido capaz de avanzar al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente... hasta llegar a ese lunes. El día en el que se encontraban frente a aquella hermosa casa color menta y con el clásico estilo de las casas en Denver. Era consciente de ello, de los autos que avanzaban por las calles aledañas, de los niños que jugaban a unas cuantas casas de distancia, del frío que se sentía; era consciente de todo aquello que anteriormente había ignorado por completo... incluso aquella mano morena deslizándose sobre su palma, enredándose entre sus dedos era una prueba más de ello.

Lance era consciente que estar sobre la acera, frente a su hogar, era difícil de asimilar para Keith. Era justamente por eso que no le importaba si se quedaban esperando meses en ese lugar, estaría a su lado hasta que se sintiera listo. Y deseaba hacerle saber que no tenía que afrontar todo eso solo. Es por eso que llevó su mano discretamente hasta tocar la punta de sus dedos, deslizándolos temerosamente a través de esa pálida palma que tanto le gustaba sentir, entrelazando sus dedos entre los más regordetes y fríos del pelinegro—. Aún hay tiempo de correr al aeropuerto si quieres, nadie nos ha visto... a excepción de la viejita de enfrente, pero dudo que lo recuerde dentro de una hora.

—Supongo que no es tarde para huir... —respondió Keith, sonriendo discretamente mientras negaba con la cabeza. Se había dado cuenta que aquél comentario no solo había sido una broma, sino que tenía toda la intención de hacerlo sentir mejor. Sintió como su ritmo cardiaco y sus orejas reaccionaban ante aquél gesto y el tacto del moreno, aferrándose al agarre de Lance inconscientemente (o quizá no tanto) —. Pero, honestamente... volver a verte correr al baño por las náuseas que te dan en el avión y sentir como casi me arrancas el brazo por miedo a las alturas tampoco es algo que me emocione mucho.

El sonrojo sobre las mejillas de Lance no se hizo esperar, dibujando un gran circulo con sus labios en señal de ofensa y vergüenza—. ¡Claro que...!, claro que no es verdad, ¡yo no estaba aferrado a tu brazo!, ¿por qué tienes que...?, ¡Agh! —El cubano intentó mirarlo directamente a los ojos, abriendo y cerrando la boca una y otra vez en busca de algo con que defenderse, perdiendo la batalla y retirando la mirada hacia otro lugar—. No estaba tan asustado... —murmuro entre dientes, sin soltarle la mano en ningún momento.

El chico llamado LANCE - Klance AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora