Capítulo 15 -

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"¿Qué se puede entender por reflejo cuando hablamos de alguien?, ¿la imagen de alguien o algo reflejada sobre la superficie; o la capacidad de una persona para reaccionar de forma rápida y eficiente?, ¿por qué no ambas?
Decir que una persona tiene la capacidad de reflejarse a sí misma sobre otra, sus actos e incluso emociones, teniendo la oportunidad de reaccionar de manera oportuna para evitar desastres futuros y mayores. 
¿No se volvería aún más interesante, entonces, la palabra reflejo en la vida diaria?" 



Una semana después...

El sonido húmedo de ambas pieles chocando entre sí, los suaves pero profundos y roncos jadeos; y el calor placentero llenando cada rincón de la oscura habitación, con paredes garabateadas por las tenues figurillas luminosas del regalo de cumpleaños de Lance; eran difíciles de pasar desapercibidos, pero, ¿qué importaba?

Ni siquiera la lejana lluvia que se escuchaba, era suficiente para llamar la atención o romper la atmosfera creada en la habitación. Porque, honestamente, Keith tenía mejores cosas sobre las cuales enfocarse. Como, por ejemplo, aquél enérgico y marcado cuerpo meciéndose; y restregándose sobre el suyo, embistiéndolo con fuerza y lentitud, meneando la cadera entre sus piernas para asegurarse de llegar hasta los rincones más sensibles del pelinegro. Sentía el calor del cuerpo de Lance envolverlo, la suavidad de sus labios y los dientes rozarle de una manera deliciosamente tortuosa, haciéndole desear sus suaves mordidas con desesperación a medida que el moreno subía lentamente desde sus pálidas clavículas hasta su cuello. Sujetaba con una provocadora firmeza la cadera, marcando sin temor alguno aquellos largos dedos sobre su blanca piel. Keith no podía ser capaz de controlar tanto, el deseo desesperado por sentirlo, bajo la influencia del sonido de su respiración agitada al compás de las penetraciones, acompañado de aquellos profundos y dominantes ojos azulados le hacían perder la cabeza y pedir más.

—Keith... —ronroneó su nombre entre jadeos, deslizando lentamente sus labios por el lóbulo de su oreja hasta enterrar su nariz y labios en la parte trasera junto a su cabello, aspirando el dulce olor natural del azabache; quién deslizó las manos por aquella morena espalda que tantas veces había visto desnuda, explorándola y rasguñándola sin pudor alguno, memorizando la textura de su piel sudada como si su vida dependiese de ello.

Y, a pesar de que sus cinco sentidos se encontraran bajo el control total del moreno, era capaz de sentir los leves espasmos de su cadera al ser golpeado por ella, cada vez con más velocidad. Lance estaba a punto de terminar y él estaría encantado de recibirlo en su totalidad.

—Ha-hazlo... —jadeó con dificultad, intentando no estirar las palabras salientes de su boca, pues la fuerza con la que el cubano le embestía y empujaba contra la cama le arrancaban el aliento. Deseaba sentirlo, ansiaba recibirlo dentro de él.

Y entonces...

Keith frunció levemente sus oscuras cejas, abriendo los ojos con dificultad y pesadez, gracias al peso que acababa de caer sobre sus muslos, despertándolo así del sueño. Era Lance, que aparentemente había caído sobre ellos estando dormido, abrazado de una almohada como era costumbre. Y según, hasta donde su adormilado cerebro le permitía recordar, se habían quedado dormidos en el suelo esa noche mientras terminaban algunas correcciones de su bitácora con el visto bueno del morocho.
El pelinegro bostezó con toda la pereza del mundo, notando escasamente la respiración agitada con la que había despertado y la extraña sensación de calor que sentía en el cuerpo, pasándolo a segundo plano. Decidiendo así despertar a Lance para que se fuera a la cama, desplazando la mano hacia su cabeza para interrumpirle el sueño, pero cuando su atención se enfocó, volviéndolo más consciente sobre los rasgos relajados de su mejor amigo, no pudo evitar que su memoria le bombardeara la cabeza de un montón de imágenes sobre el sueño.

El chico llamado LANCE - Klance AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora