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El día era frío, el cielo era completamente blanco y la nieve caía de forma lenta y constante. Era lunes, el primer día de clases en el bachillerato del Colegio de Artes de la ciudad; el chico caminaba con entusiasmo por los pasillos, cubriendo su nariz con los guantes grisáceos que usaba.

Miraba atento cada número en las puertas de los salones, buscaba el suyo ansioso. No conocía a nadie, incluso era nuevo en la ciudad; a pesar de odiar el frío, disfrutaba de usar su enorme abrigo azul junto a la bufanda color blanco.

"Clase 1-B"

Sonrió haciendo que sus labios resecos se partieran ligeramente, los relamió al sentir aquello, y acomodando su mochila, entró.

El salón estaba vacío a simple vista, las ventanas daban una relajante vista a la cancha de baloncesto cubierta por la nevada; al mirar todo, visualizó a un chico sentado en la penúltima butaca, en la última fila horizontal. Llevaba un abrigo negro, una gorra y cubrebocas del mismo color. Era tímido, pero nunca le había costado hablar con alguien cuando se lo proponía; se acercó con optimismo, el pálido chico de cabellos castaños seguía sumergido en su móvil sin poner atención a su compañero, probablemente leyendo algo en su móvil.

—¡Hola! —saludó el rubio estando cerca

El otro chico lo observó serio cuando se percató de su cercanía; los ojos del castaño se veían oscuros, con ligeros toques de rabia contra todo. Volvió la vista a su móvil sin responder al amigable saludo del pequeño rubio.

—¿Estás leyendo? —preguntó el más bajo ignorando su indiferencia, acercándose más

—Supongo —soltó con voz ronca sin mirarlo

—A mí me gusta leer —siguió mientras se sentaba en la última silla a su lado—. ¿Qué estás leyendo?

—Cómo lidiar con idiotas

—Vaya, mal día, ¿eh? —soltó una risa el rubio—. Mi horóscopo dice que es un buen día para mí

—¿Horóscopo? — lo miró curioso y burlón—. ¿Hablas del zodiaco?

—Claro —sonrió mientras dejaba su mochila en el piso, limpio y blanco

El chico serio soltó una risa seca y con gracia, pensó en lo estúpido que era su nuevo compañero, en lo estúpido que era estar en la escuela; en fin, en lo estúpido que era todo a su alrededor.

—¿De dónde eres? —preguntó el risueño

—De aquí —contestó el otro sin mirarlo—. Nací aquí y aquí he vivido siempre

—Yo soy nuevo en la ciudad — siguió sin borrar su sonrisa—. Vengo de Busan

—Bienvenido a Seúl —dijo el otro con indiferencia

—¡Gracias!

El mayor cerró los ojos y respiró hondo con bastante irritación, se sintió aliviado al ver a los demás chicos entrar segundos después; la profesora ingresó al final, cerrando la puerta detrás de ella. Era joven sin duda, pero vestía de manera formal haciéndola ver mayor.

—Buenos días chicos —caminó hasta el escritorio

—¡Buenos días! —respondieron casi todos con entusiasmo, a excepción del chico pálido que sólo guardaba su móvil

—Bueno, en su primer día de preparatoria quiero que todos miren a su alrededor

Nuevamente, casi todos obedecieron, la mayoría sonreía al cruzar miradas con sus otros compañeros. El mayor no hizo lo pedido, se quedó quieto y firme observando a la profesora.

No soy yo, son los astros.  [м.у.g + ρ.ʝ.м]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora