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Algunos dicen que existe un poder sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido.

Llámale como quieras: suerte, karma, casualidad o destino.

Este poder actúa sobre nosotros como si fuéramos sus títeres y tira de las cuerdas a su antojo provocándole a unos más dolor que a otros.

...

En una tarde de Mayo, un pequeño niño fue dejado en la puerta de una casa hogar para niños desamparados. El niño, quien tenía poco más de un año de edad, lloraba amargamente al sentirse solo y abandonado por su madre.

Mildred, una joven de 20 años quien trabajaba en la casa hogar abrió la puerta, ya sabía lo que pasaba, no era la primera vez que alguien actuaba de esa manera tan cobarde de abandonar a un niño de esa edad a su merced, era una total cobardía e injusticia. Pero por fortuna y desgracia, para eso estaban ellos, para ayudar a esos pobres angelitos que no tenían la culpa de los errores de sus padres.

Cuando Mildred abrió la puerta, el niño miró visiblemente aterrado, ella pudo notar en sus pequeños ojitos como se reflejaba el miedo y la tristeza profunda que solo alguien que sufre un abandono de tal magnitud puede sentir.

Indudablemente se conmovió con la escena que tenía delante.

Él tenía sus mejillas sonrosadas y humedas por el reciente llanto, mientras estaba allí de pie con una pequeña bolsa en la mano, sin saber que hacer, sin tener a donde ir, sin consuelo, sin protección.

Al principio se mostró a la defensiva cuando vio que la desconocida quería tocarlo, pero su miedo se fue desvaneciendo a medida que ella le hablaba, estaba siendo muy paciente y amable con el pequeño no entendía nada más que su madre lo había dejado en ese lugar, hasta que después de mucho rato, debido al cansancio por fin cedió y decidió confiar en ella. La amorosa mujer lo tomó en brazos, lo llevó adentro y lo arrulló hasta que el pequeño pudo descansar con más tranquilidad.

Fue entonces cuando Mildred revisó la pequeña bolsa que el niño no había soltado en ningún momento y encontró dentro de ella apenas unas cinco prendas de ropa desgatada, un juguete improvisado y dos papeles mal doblados.

Uno en el que la madre del niño expresaba con un temblorosa caligrafía, que no podría cuidarlo debido a su creciente consumo de drogas y que sabía que en cualquier momento perdería la custodia del pequeño, así que no tenía elección y quería dejarlo en buenas manos.

Ella suspiró al terminar de leer la carta y pensar que el angelito que cargaba en sus brazos, no podía tener una vida normal de ninguna manera.

Sacó el otro papel y supo que era su acta de nacimiento, en la que acreditaba que efectivamente el niño que cargaba dormido en sus brazos, se llamaba Shin Hoseok.

...

Los días comenzaron a transcurrir a toda prisa y los planes de Mildred se veían frustrados una y otra vez mientras avanzaba el tiempo. Desde aquel día que recogió al pequeño Hoseok en la puerta del orfanato, sintió una conexión especial con él así que decidió que iba a adoptarlo. Pero no le otorgaban su custodia ya que lamentablemente ella era una mujer soltera de 20 años de edad que ya había adoptado a dos niños del orfanato y la consideraban insuficiente para ocuparse de los tres pequeños.

Aunque ella no se rindió.

Aún así, para cuando Hoseok cumplió cinco años, Mildred estaba cansada de pedir su custodia, era la quinta vez que se la negaban sin importar lo que ella hiciera.

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